Hoy
en día podría parecernos un poco extraño que la obra de un pintor europeo como Peter
Paul Rubens (1577 – 1640) pudiera cruzar el mar Atlántico para ser conocida, aceptada
y difundida en América. Sin embargo, existe una razón muy poderosa para este
fenómeno, además de la lógica importación de obras de este autor a América.
Con
la invención de la imprenta en el siglo XV no sólo se diseminó el conocimiento
escrito sino también se difundieron imágenes manera de estampas
impresas que eran realizadas mediante la técnica del grabado. Esta relativa facilidad de reproducción de
textos e imágenes dio origen a una revolución visual que tanto tuvo de
intelectual como de artística. De ahí que a pesar que el maestro flamenco Pedro
Pablo Rubens nunca puso pié durante su vida en el continente americano, su obra
fuera ampliamente conocida en su propio continente y fuera de Europa.
Desde
Renacimiento los artistas coleccionaban estampas impresas con reproducciones de
las obras de otros creadores. En sus talleres, acopiaban auténticos archivos
con referencias y modelos impresos que después podían ser o no empleados para
la formación de los aprendices en las artes del dibujo, o bien para la
elaboración de composiciones finales en sus lienzos. Desde la Antigüedad
clásica hasta nuestros días, los artistas siempre han tomado elementos de otras
fuentes artísticas. La copia, las adaptaciones y las imitaciones selectivas de
las obras de otros ha sido es un fenómeno existente en toda la historia del
arte. El resultado final depende en gran medida, del propio contexto de
creación de la obra, las peculiaridades de la recepción y, por supuesto, del
destinatario de la misma. Son resultados que van más allá de la mera imitación.
Es
evidente que las estampas importadas de Europa a América también sirvieron al
propósito evangelizador, su presencia en iglesias, instituciones religiosas y
casas particulares así lo confirma; sin embargo, también su presencia provocó
respuestas variadas en los pintores de este continente que con su obra suplían
la gran demanda de imágenes para estas nuevas sociedades virreinales.
Para
ilustrar la exitosa difusión que los modelos pictóricos de Rubens tuvieron en
la Nueva España mediante la imagen impresa, quiero comentar el caso del pintor
novohispano Cristóbal de Villalpando (ca.
1649 – 1714) quien entre los años 1680 a 1700 cumplió con magnas comisiones en
la ciudad de México y en Puebla. Testimonio de esta prolífica etapa de su
carrera es la pintura monumental titulada “El triunfo de la religión” ubicada
en la Sacristía de la Catedral Metropolitana, la cual toma elementos
compositivos del óleo “El triunfo de la Iglesia” de autoría de Rubens, pintado
en 1628 y actualmente exhibido en el Museo del Prado de Madrid.
¿Cómo
tuvo conocimiento el pintor novohispano de la obra de su colega flamenco si éste
nunca pisó América y Villapando nunca cruzó el Atlántico? La respuesta podría
estar en la importación a América de estampas con la obra de Rubens –uno de los
artistas más reproducidos de su época-, como aquélla realizada por el grabador
Schelte A. Bolswert en 1634 y a la que Villapando tuvo acceso, adaptó y
modificó, haciendo suya una imagen en un modo auténticamente novohispano.
CRISTÓBAL DE VILLALPANDO. El triunfo de la religión. 1686. Óleo sobre tela. 899 x 766 cm. Sacristía Catedral Metropolitana. México D.F.
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