Hace más de diez años tuvo lugar la primera
edición del Premio Internacional Reina Sofía de Conservación y Restauración del
Patrimonio Cultural, un reconocimiento destinado a destacar una obra,
iniciativa o trayectoria profesional preferiblemente en el ámbito cultural iberoamericano.
En aquél 2001 resultó galardonado de manera muy meritoria el proyecto de rehabilitación
del Antiguo Convento de Santo Domingo de Oaxaca en la capital del estado.
Tuve la oportunidad de asistir a la entrega
de dicho premio en la Feria de Arte, Restauración y Gestión del Patrimonio (AR&PA)
en Madrid. El evento se había organizado en un auditorio dentro del Parque
Ferial Juan Carlos I y estaba abierto a todo el público asistente a AR&PA.
Con la solemnidad del caso, se habían reunido sobre el estrado las autoridades
locales y la representación mexicana, conformada ésta por la titular del
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) Sari Bermúdez, y el
entonces Secretario Técnico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
Sergio Raúl Arroyo.
Tras la entrega del premio, los
agradecimientos y discursos diplomáticos de rigor, tuvo lugar una sesión de
preguntas del público asistente a los miembros del panel. De entre la multitudinaria
audiencia, se puso de pie un joven español que en el micrófono formuló al secretario
técnico del INAH una pregunta que más o menos decía así: "En su país, ¿cuántos
sitios patrimoniales hay de importancia?". Como respuesta, Sergio Raúl
Arroyo alzó el dedo índice de su mano izquierda y dijo lacónicamente:
"Uno". Ante la extrañeza del público por lo críptico de su gesto, Sergio
Raúl se sintió en la necesidad de ampliar su respuesta, y entonces aclaró:
"Sí, uno: todo México. México completo es patrimonio cultural”.
Caray, a eso le llamo yo tener colmillo y agudeza. Además de evitarse la engorrosa labor de
enumerar a detalle los sitios, monumentos, archivos y museos que hay en todo México,
además de los idiomas, fiestas, tradiciones y demás manifestaciones culturales
intangibles de nuestro país, Sergio Raúl Arroyo, además de ganarse una ronda de
aplausos, dio una imagen integradora del patrimonio cultural mexicano, basada primero
en el orgullo pero también en el conocimiento. ¿Cómo contar lo que es infinito?
¿Cómo darle un número a lo que está en permanente construcción, a todo lo que
ha sido investigado y a lo que está por conocer?
Desde entonces y hasta ahora pienso cuánta
razón tenía Arroyo. En efecto, México completo es patrimonio cultural, diverso,
extenso, con manifestaciones tangibles e intangibles. México es patrimonio vivo
y omnipresente: territorio que rebasa sus fronteras geográficas y límites
físicos teniendo como embajador a cada mexicano y su especial forma de entender
la vida. Sólo nos queda para la anécdota la ingenuidad del joven español que
esperaba del funcionario mexicano un recuento exacto de edificios y estatuas
¡oh! craso error. No cometamos la misma equivocación al pretender encontrar el
patrimonio cultural únicamente en las vitrinas de los museos o en la antigüedad
de los edificios.
IMAGEN: Puesto del mercado Benito Juárez en Oaxaca
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