lunes, 22 de abril de 2013

LA PRESENCIA DE RUBENS EN LA NUEVA ESPAÑA



Hoy en día podría parecernos un poco extraño que la obra de un pintor europeo como Peter Paul Rubens (1577 – 1640) pudiera cruzar el mar Atlántico para ser conocida, aceptada y difundida en América. Sin embargo, existe una razón muy poderosa para este fenómeno, además de la lógica importación de obras de este autor a América.

Con la invención de la imprenta en el siglo XV no sólo se diseminó el conocimiento escrito sino  también  se difundieron imágenes manera de estampas impresas que eran realizadas mediante la técnica del grabado.  Esta relativa facilidad de reproducción de textos e imágenes dio origen a una revolución visual que tanto tuvo de intelectual como de artística. De ahí que a pesar que el maestro flamenco Pedro Pablo Rubens nunca puso pié durante su vida en el continente americano, su obra fuera ampliamente conocida en su propio continente y fuera de Europa.

Desde Renacimiento los artistas coleccionaban estampas impresas con reproducciones de las obras de otros creadores. En sus talleres, acopiaban auténticos archivos con referencias y modelos impresos que después podían ser o no empleados para la formación de los aprendices en las artes del dibujo, o bien para la elaboración de composiciones finales en sus lienzos. Desde la Antigüedad clásica hasta nuestros días, los artistas siempre han tomado elementos de otras fuentes artísticas. La copia, las adaptaciones y las imitaciones selectivas de las obras de otros ha sido es un fenómeno existente en toda la historia del arte. El resultado final depende en gran medida, del propio contexto de creación de la obra, las peculiaridades de la recepción y, por supuesto, del destinatario de la misma. Son resultados que van más allá de la mera imitación.

Es evidente que las estampas importadas de Europa a América también sirvieron al propósito evangelizador, su presencia en iglesias, instituciones religiosas y casas particulares así lo confirma; sin embargo, también su presencia provocó respuestas variadas en los pintores de este continente que con su obra suplían la gran demanda de imágenes para estas nuevas sociedades virreinales.

Para ilustrar la exitosa difusión que los modelos pictóricos de Rubens tuvieron en la Nueva España mediante la imagen impresa, quiero comentar el caso del pintor novohispano Cristóbal de Villalpando (ca. 1649 – 1714) quien entre los años 1680 a 1700 cumplió con magnas comisiones en la ciudad de México y en Puebla. Testimonio de esta prolífica etapa de su carrera es la pintura monumental titulada “El triunfo de la religión” ubicada en la Sacristía de la Catedral Metropolitana, la cual toma elementos compositivos del óleo “El triunfo de la Iglesia” de autoría de Rubens, pintado en 1628 y actualmente exhibido en el Museo del Prado de Madrid.

¿Cómo tuvo conocimiento el pintor novohispano de la obra de su colega flamenco si éste nunca pisó América y Villapando nunca cruzó el Atlántico? La respuesta podría estar en la importación a América de estampas con la obra de Rubens –uno de los artistas más reproducidos de su época-, como aquélla realizada por el grabador Schelte A. Bolswert en 1634 y a la que Villapando tuvo acceso, adaptó y modificó, haciendo suya una imagen en un modo auténticamente novohispano. 

CRISTÓBAL DE VILLALPANDO. El triunfo de la religión. 1686. Óleo sobre tela. 899 x 766 cm. Sacristía Catedral Metropolitana. México D.F. 

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