lunes, 26 de agosto de 2013

SÉ QUÉ VISITASTE EL VERANO PASADO

Aficionados a las estadísticas ¡regocijaos! De acuerdo a una encuesta de opinión realizada por el Diario REFORMA y publicada el pasado 19 de agosto, en los últimos tres meses de verano el Museo de Cera fue el segundo museo más visitado de la ciudad de México, tan sólo por debajo del Museo Nacional de Antropología y por encima del Museo Frida Kahlo, el Museo Nacional de Arte, y el Museo Soumaya. REFORMA nos dice que la encuesta se realizó del 26 al 28 de julio a 855 capitalinos adultos en las 16 delegaciones de la ciudad quienes mencionaron hasta tres museos que hubieran visitado en el periodo. En cuanto a las cifras, el Museo de Antropología sobresale con el 22.3% de las menciones, en tanto que el Museo Cera cuenta con tan sólo el 4.1%. El Museo Frida Kahlo lo sigue de cerca con el 3.9% y el Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental casi empata al anterior con un 3.8%.

A la pregunta: “¿Ha visitado algún museo en la Ciudad en los últimos tres meses?”, el 61% de los encuestado contesta que “No”, y el 39% que sí asistieron a algún museo en ese periodo. De éstos, el perfil de los visitantes a museos es de jóvenes entre los 18 y 29 años de edad (el cincuenta por ciento), con escolaridad superior (61 por ciento) y que habitan en las delegaciones más céntricas de la ciudad (50 por ciento) ¿Sorpresas? Pocas, francamente. El público promedio del museo en la ciudad de los palacios es joven, educado y con recursos económicos.

Pero tal vez lo más interesante de la encuesta sea que el REFORMA contrasta el sondeo de opinión con otros resultados bajo el título: “Los museos más recomendados por líderes de opinión”. A la pregunta: “¿cuál museo recomendaría más para visitar?” los entrevistados se decantan primero por el Museo Nacional de Antropología con un 27.7% de las menciones,  y después en orden decreciente el Museo Nacional de Arte con un 8.1%, el Museo de Arte Moderno con 7.3%, el Museo Rufino Tamayo de Arte Contemporáneo (6.3%) y el Museo de Sitio de Templo Mayor (5%).  Muy atrás quedan el Museo Frida Kahlo (2.8%) y el Universum de la UNAM (2.4%). Destaca que hayan mencionado al Museo Memoria y Tolerancia en décimo lugar y que se haya excluido del todo al Museo de Cera y el Museo Soumaya. No se abunda en ningún caso en el por qué estos museos pudieran ser o no recomendables. Evidentemente hay museos de la ciudad de México que no aparecen en ninguna de las dos listas, pero ese ya sería tema de otra reflexión.

En relación a la recomendación de los líderes de opinión nos queda la pregunta ¿y quiénes son estos supuestos expertos? REFORMA es parco en su explicación, otorgando únicamente los siguientes datos: son 277 personas, 72% hombres y 28% mujeres, de los cuales la mayoría “pertenece a la academia” (46%), labora en la iniciativa privada (18%), es profesional independiente (15%), labora en la administración pública (9%) o ejerce actividades independientes.



Más allá de las encuestas de opinión y las recomendaciones vacías de los “líderes de opinión”, lo que queda para los  museos de la ciudad de México es realizar sus propios sondeos y estudios de opinión para que más allá del mero conteo de entradas por taquilla, puedan conocer mejor a sus públicos potenciales. En efecto, los estudios de público en nuestro país siguen siendo una tarea pendiente, una tarea que si bien se ha tomado muy en serio desde la década de los noventa, aún tiene mucho camino por delante.


Por cierto, el 28 de agosto a las 4 de la tarde se presenta en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía  el “Archivo digital de Estudios de Público” de la Coordinación Nacional de Exposiciones del INAH ¡Enhorabuena! 

lunes, 19 de agosto de 2013

DETROIT: MI DEUDA POR UN VAN GOGH


Detroit enfrenta serios problemas financieros. Desde 1950, la ciudad ha perdido la mitad de su población, el desempleo ronda el 18%, una tercera parte de las casas habitación están abandonadas y la deuda pública alcanza los $15.6 mil millones de dólares. Detroit está oficialmente en bancarrota. Ante esta situación, el gobernador del estado de Michigan Ryck Snyder nombró en marzo al abogado Kevyn Orr como administrador de emergencia para el manejo de la crisis.

Entre las posibles medidas se llegó a considerar la venta de la colección del Detroit Institute of Arts (DIA) -valuada en millones de dólares-, para contribuir al pago de la deuda. A pesar que el DIA es administrado por una asociación privada sin fines de lucro, el inmueble y la mayor parte de sus colecciones son propiedad de la ciudad, por lo tanto, podrían llegar a ser considerados como activos. Incluso, Kevyn Orr contrató los servicios de la casa de subastas Christie’s para que tasara la colección. Al día de hoy, sabemos que el remate de las obras  no tendrá lugar debido a que el Fiscal General y el Senado del Estado de Michigan bloquearon la iniciativa de Orr. En el Senado se argumentó la decisión en base al Código de Ética de la Alianza Americana de Museos (AAM), que especifica que las ganancias provenientes de la venta de las colecciones deberán utilizarse únicamente en la adquisición de nuevas obras.

La pregunta podría ser: ¿y por qué habría de protegerse una colección que vale millones de dólares y cuya venta potencial remediaría las necesidades más apremiantes de la ciudad de Detroit como son el seguro al desempleo, la atención a los servicios educativos y el funcionamiento de las instituciones de salud? ¿Podría la venta de algún Van Gogh o Caravaggio, de un Rembrandt o de un Matisse, aliviar las finanzas públicas de la ciudad de Detroit de una vez y para siempre?

Por más extraño que nos parezca el caso norteamericano, estas cuestiones no nos deberían ser del todo ajenas. Si bien, en los Estados Unidos la economía de corte liberal ha llevado a que la mayor parte de sus museos sean instituciones privadas regidas por organismos y asociaciones sin fines de lucro, tradicionalmente la responsabilidad financiera en la manutención del patrimonio artístico no ha recaído solamente en manos de los patronos, sino que éstos, en conjunto con el Estado, conciertan medios y esquemas de colaboración destinados a garantizar la estabilidad y permanencia de las instituciones culturales bajo la premisa que son un servicio que eleva el estándar de vida de sus comunidades. Sin embargo, parece ser que poco a poco el Detroit Institute of Arts comenzó a depender más de los fondos públicos que de los privados, provocando así un indeseable desbalance en las aportaciones.  Era predecible que tarde o temprano su patrimonio artístico se viera en riesgo, considerando que su óptimo funcionamiento dependía del panorama financiero de la ciudad en su totalidad.

En el caso mexicano, si bien algunos museos son regidos por fundaciones, asociaciones, fideicomisos y patronatos privados, la inmensa mayoría de ellos son administrados por el Estado. En este escenario, donde el Estado es el principal rector de las actividades culturales y “dueño” de las colecciones en los museos, sería impensable para muchos considerar siquiera el vender los objetos artísticos y culturales que resguardan con el fin de saldar una deuda o pagar la nómina municipal, por ejemplo. Pero no nos confiemos del todo, que en muchas ciudades de México, la tentación es mucha, el patrimonio extenso y la deuda ¡enorme!

Imagen: 
VICENT VAN GOGH
Autorretrato, 1887
Óleo sobre cartón
34.9 x 26.7 cm.

Photo ©2013, Detroit Institute of Arts 

lunes, 12 de agosto de 2013

EL ARTISTA COMO HISTORIADOR

Con la deliberada intención de utilizar un lenguaje que desde la crítica del arte podríamos considerar como posmoderno, en las últimas décadas algunos artistas han optado por estrategias de apropiación del pasado y de sus formas de representación en archivos y otras fuentes historiográficas. De ahí que desde finales de la década de los setenta, la investigación histórica ha aparecido como fundamental en el desarrollo de ciertos proyectos artísticos contemporáneos. El uso de imágenes, videos, documentos e incluso de objetos, no responde solamente a un interés nostálgico o estético, sino a la adopción cuasi alegórica de la distancia histórica como leit motiv de la práctica artística. Esto sería a manera de resumen muy apresurado, lo que se ha dado en conocer como “impulso de archivo” o giro histórico del arte.

En su célebre artículo “The artist as Historian” (October, No. 120. Primavera: 2007), el crítico e historiador del arte Mark Godfrey, distingue las siguientes prácticas artísticas dentro de esta tendencia en el arte contemporáneo:

1.      Películas evocadoras que representan locaciones tocadas por eventos del pasado, en particular, desgracias.
2.      Proyectos que despliegan fotografías y películas descubiertas a partir de la búsqueda directa en archivo.
3.      Obras en las que los artistas se aproximan a la historia a través de las contingencias de su propia biografía, incluyendo narrativas de su trabajo.
4.      Ficción sobre la historia, no como evasión de la representación histórica sino como una representación más adecuada de la experiencia histórica.

La consecuente sensación de obsolescencia y vacío generados por la desaparición de técnicas, soportes, procedimientos, etc.; y por ende, la extinción de sus lenguajes visuales y capacidades de comunicación, incrementan la sensación de inseguridad y vacío en nuestras sociedades globalizadas. En última instancia, la intención del arte a partir del giro histórico sería provocar en las audiencias contagiadas de angustia y premura, una reflexión crítica sobre el pasado.

Esta sensibilización del artista hacia la presencia fantasmal del pasado en nuestro presente ocurre paralelament a la celeridad con la que tienen lugar los cambios tecnológicos,  en particular el advenimiento, adopción y popularización de los recursos digitales en el video y la fotografía. Mark Godfrey nos advierte así de la paradoja intrínseca: por un lado, la cultura capitalista globalizada, amnésica en su búsqueda de nuevos mercados, productos y experiencias; y por el otro, el afán nostálgico que lleva a la producción de románticas y espectaculares representaciones del pasado.  


Kodak, de la artista británica Tacita Dean, documenta el cierre de la fábrica de material fotográfico en Chalon-sur-Saône (Francia). La elección del tema (el cierre de Kodak) y la grabación en formato en película de 16 mm hacen sentido como parte de la experiencia artística del pasado como archivo. El artista como historiador nos entrega  entonces un fragmento del pasado que, en última instancia, se suma a la construcción crítica y colectiva de la historia como representación y como arte. 

TACITA DEAN
Kodak, 2006
16mm color, sonido
60 minutos
Edición de 4
© Copyright 2013 Frith Street Gallery

lunes, 5 de agosto de 2013

TROKA, EL PODEROSO


Si hubiera un premio al “personaje museológico del año” debería ganarlo por aclamación popular el androide Troka el poderoso, protagonista de la muestra “Vanguardia en México 1915 – 1940” que tiene lugar en el Museo Nacional de Arte (MUNAL) hasta la primera semana del mes de agosto. 

Troka es un personaje creado en 1934 por el estridentista Germán Liszt Arzubide, lo que ya nos dice mucho de su forma y espíritu. Troka simboliza los logros tecnológicos de su época: está armado con un pie de locomotora y otro de tractor, sus manos son llaves para tuercas, se comunica a través de ondas hertzianas y utiliza un sombrero de pozo petrolero. Sus ojos son como dos faros que iluminan el camino hacia la modernidad y a veces empuña una bombilla eléctrica como estandarte que devuelve a su oscuro origen a la superstición y la ignorancia en forma de murciélagos y gatos negros.

Las aventuras de Troka el poderoso eran transmitidas en un programa de radio destinado al público infantil, y difundidas a través de las publicaciones periódicas ilustradas por Salvador Pruneda y Julio Prieto. Fue tal el éxito del androide que incluso Silvestre Revueltas compuso la Suite Troka, danza pantomima para niños.

El discurso de Troka el poderoso nos habla del poderío de la máquina, del triunfo de la velocidad y de autoridad de la fuerza eléctrica. Evidentemente, un discurso de entreguerras. Troka el poderoso nos recuerda de muchas maneras al robot María de la película Metrópolis de Fritz Lang (1926) o incluso a esta publicidad de la compañía telefónica Ericsson que alguna vez se instaló en la ciudad de México en la década de los treinta (¿Consecuencia? ¿Presagio, tal vez?).



Con gran acierto, el MUNAL decidió utilizar la rotunda presencia de Troka como la imagen publicitaria de la exposición, así como dedicar una sala completa a este personaje.  Ahí pueden apreciarse los dibujos originales de Julio Prieto y el libro ilustrado por Salvador Pruneda, en préstamo de la magnífica colección de Rafael Barajas “El Fisgón”. La experiencia se enriquece al estar rodeados de ampliaciones en vinil de los dibujos a un tamaño casi monumental y, sobre todo, al poder escuchar ahí mismo el programa de radio y la música de Silvestre Revueltas. Al colocarse los audífonos para escuchar la narración, ¿no estábamos de alguna manera también personificando a Troka el poderoso?

Recomiendo ampliamente la muestra “Vanguardia en México 1915 – 1940” y el excelente catálogo editado con ocasión de la misma. En éste, el investigador Juan Solís escribe el artículo “Troka, el poderoso. Disección del espíritu mecánico de una época”, indispensable texto que da cuenta sobre las distintas facetas de nuestro personaje, alegoría de un progreso que, en la realidad, nunca estuvo ahí.

Agradezco especialmente a la curadora del Museo Nacional de Arte MUNAL, Lluvia Sepúlveda, quien tuvo la cortesía de obsequiarme un catálogo de la muestra. 

Imágenes: 

JULIO PRIETO (1912 – 1977)
Troka, el poderoso, 1934
Tinta sobre papel
30.7 x 24 cm.
Colección Familia Prieto Salcedo

Arco presentado por la compañía telefónica Ericsson
Fotografía. INV: 1764. Fototeca Nacional del INAH - CONACULTA