viernes, 3 de diciembre de 2010

ARTE PARA LLEVAR


Si aún se encuentra atrapado en la ingrata y deslucida labor de adquirir regalos navideños para sus seres queridos y para los no tan queridos, le sugiero atentamente aligerar la pesada carga haciendo una visita virtual a las tiendas en línea que los museos del mundo ponen a nuestra disposición a tan sólo unos clicks de distancia.

Estoy segura que es posible encontrar el regalo perfecto, no tanto por su utilidad, precio o calidad, sino por el mensaje implícito que dará al que lo reciba quien, admirado, lo considerará a usted como una persona culta, sensible, con alto sentido del buen gusto y hasta con conciencia ecológica, si es que tuviera la suerte de ser el destinatario del interesante objeto que describiré a continuación y que vemos en la foto.

Por tan sólo $150 dólares (sí, sólo $150 más gastos de envío ¡llame ya!) usted podrá adquirir en la tienda del Museo Getty esta original bolsa de mano, modelo “Art to go”, fabricada con treinta transparencias en 35mm seleccionadas especialmente de entre las imágenes de la propia colección del museo. Si esto no es retro, bueno no sé qué lo será.

Como puede observar, los creativos del marketing han tenido especial cuidado en recuperar los inventarios descartados de la misma tienda hacia finales de los años noventa para convertirlos en un objeto que por todos lados nos dice una palabra mágica: ARTE.

Esta bolsa en material reciclado nos comprueba una vez más la teoría del ropavejero, donde la basura de unos resulta en la riqueza de otros. El único problema aquí es dilucidar si lo que estará recibiendo con su compra es la riqueza, la basura, o ninguna de las dos





lunes, 18 de octubre de 2010

MÉXICO Y LA CORRECCIÓN POLÍTICA DE UNA MARCA PAÍS


El periódico REFORMA publicó este sábado pasado una nota con el encabezado “Evitan la marca México”. Cito un fragmento: por la mala imagen del país en el exterior, empresarios y secretarios de turismo de los estados buscan deslindarse de la marca “México” por la asociación que existe de ésta con la violencia. En su lugar, piden hacer promoción de los destinos turísticos de forma individual antes que promover al país en su conjunto, como lo ha hecho el Gobierno federal (…) lo más conveniente es no mencionar el nombre de México, y mejor destacar la fortaleza de destinos turísticos que han forjado su propia marca como Cancún, Los Cabos y Huatulco, entre otros.

Al parecer, esta corriente de opinión era encabezada por Pablo Azcárraga,  actual presidente del Consejo Nacional de Empresas Turísticas y hermano de Gastón Azcárraga, director del Grupo Posadas y ex inversionista de la Compañía Mexicana de Aviación. En la misma nota, Pablo Azcárraga declaraba lo siguiente: “En este momento, que tenemos un problema de percepción negativa, tendríamos un 'handicap' en contra al promover únicamente ‘México’”.

En respuesta, el Consejo de Promoción Turística presidido por la Secretaria de Turismo Gloria Guevara envió un comunicado al REFORMA a través su coordinación de comunicación y relaciones. En el texto se aclara que: el uso de la marca México en la estrategia turística del gobierno federal se basó en un análisis de la agencia Young & Rubicam que calificó la marca como la de un país auténtico y eficiente, destacando atributos de calidez, diversidad, autenticidad, hospitalidad y experiencias únicas (…). Por último, añade: como integrante de la Junta de Gobierno del CPTM, el empresario (Pablo Azcárraga) respaldó las campañas del Consejo.

Ignoro los motivos que tuvo Azcárraga para hacer las declaraciones antes citadas. Asimismo, desconozco la relación del gobierno federal con la agencia publicitaria Young & Rubicam y la metodología de la evaluación referida. Sin embargo, estas notas periodísticas me dieron un muy buen pretexto para comentar con ustedes algunas nociones acerca del concepto de marca país, cómo se desarrolla y para qué sirve en el campo del turismo y sobre todo, de la cultura, tema del que normalmente me gusta ocuparme en este blog.

El desarrollo de marcas país y de marcas en general, proviene del branding: el conjunto de actividades orientadas a desarrollar instrumentos y estrategias que garanticen un sistema de identidad a un bien o servicio, con el objetivo de posicionarlo en el mercado.

Entiendo que resulte complicado entender un país como un bien o un servicio, incluso puede parecernos extraño intentar objetivar a México de esta forma en apariencia mercantilista. Pero la cuestión es muy simple si la explicamos bien. Pensemos por un momento en México no como una nación, ni como un Estado, sino como una persona con defectos y virtudes. Entonces preguntémonos: ¿qué características físicas tiene? ¿Qué rasgos de su personalidad se destacan? ¿Cómo lo definiríamos frente a otros? ¿Qué nos gustaría que los demás conocieran de él?

Siguiendo la lógica de este ejemplo por demás sencillo, entre las características físicas de México podríamos mencionar atractivos tangibles como sus playas, sitios arqueológicos, parques naturales e infraestructura turística y cultural. En cuanto a su carácter o personalidad, éste podría relacionarse con otras cualidades intangibles como su música, gastronomía, historia, costumbres y festividades, por sólo mencionar algunas.

Cuando un país aplica adecuadamente las estrategias de branding no sólo obtiene una ventaja competitiva frente a otros ofertantes turísticos, sino que también afianza su presencia en el mundo, es decir, se da a conocer como una oferta en el mercado. Me explico mejor: un país que conoce, cultiva y difunde sus fortalezas, atrae no sólo visitantes, sino que también atrae inversiones y fomenta la exportación, es decir, se vuelve un destino atractivo para las personas y los capitales.  Pero sobre todo, eleva su índice de confianza pública. Por lo tanto, un buen uso de la marca país redunda en un beneficio ampliado en muchas capas distintas de la actividad económica, social y cultural (aspectos que no podemos entender disociados).  

Poner en duda la efectividad de la marca país “México” a favor de destinos individuales como “Cancún” o “Los Cabos” debido a la actual crisis de seguridad, no es solamente un lapsus de incorrección política –semejante al definir al país como “jodido” en televisión internacional-; sino que también es una muestra del profundo desconocimiento de lo que una marca país puede lograr si el concepto está bien equilibrado y gestionado por las manos correctas.

En lo personal, quiero creer que la opinión de Pablo Azcárraga iba más en el sentido de cuestionar qué estamos haciendo en la actualidad con la marca país “México” y si es posible encontrar mejores instrumentos de gestión que la vuelvan más competitiva frente a la actual crisis de credibilidad provocada por la cruenta guerra contra el narco.

Fuera de este debate que se antoja muy interesante, quiero comentarles que además de la opinión de la agencia Young & Rubicam citada por la secretaria de Turismo, existen estudios muy serios en relación al posicionamiento de los países en cuanto al branding se refiere. Uno de ellos y que recomiendo especialmente es el Country Brand Index el cual está disponible para la consulta en el siguiente link:  http://www.futurebrand.com/think/reports-studies/cbi/2009/overview/. Este índice toma en cuenta hasta treinta características diferentes de percepción de la marca país, las cuantifica, evalúa y finalmente establece un listado comparativo en base a las mismas. Les sugiero que le den una revisada y luego platicamos de si conviene o no modificar la marca país “México” por “Acapulco” o “Mazatlán”. 

Luego para terminar, y a manera de contraste, quiero atraer su atención al hecho de que la película “El Infierno” del director Luis Estrada fue seleccionada para representar a México en la terna internacional de los premios Goya ¿Es entonces el Cochiloco un valor de exportación? ¿Los narcocorridos y los Tucanes de Tijuana? ¿Es esto algo que podemos considerar como parte de la construcción de la marca país? Cuidado: un sistema que incorpora la crítica, no necesariamente la acepta, tal vez sólo se mimetiza con ella. 



lunes, 20 de septiembre de 2010

MEMORIA DEL TEMBLOR


Esa mañana del 19 de septiembre de 1985 yo no estaba escuchando en la radio el programa “Batas, pijamas y pantuflas”. Tampoco estaba viendo a Lourdes Guerrero en el noticiario “Hoy mismo” por lo que no la escuché decir el ahora legendario: “está temblando un poquito”.  Entonces yo era una niña de 10 años que no tenía la menor idea de dónde estaban los multifamiliares de Tlatelolco o el Hospital General, aunque sí conocía muy bien el Hotel Regis porque unos familiares que se habían mudado a provincia solían hospedarse ahí durante sus visitas a la Ciudad de México.

Como muchos otros días antes de ése, a las 7.19 de la mañana esa niña ya estaba lista con su uniforme azul marino para que su papá la llevara a la escuela. Nosotros vivíamos en la Condesa, mucho antes de que ese barrio se volviera la zona hipster de México. Extrañamente, en el trayecto desde mi calle hasta el colegio en la colonia Florida no notamos nada fuera de lo común o más bien, no quisimos notarlo. Hasta el día de hoy me parece inexplicable, considerando que seguramente transitamos por la calle de Medellín, para luego seguir por la avenida Coyoacán.

En el transcurso de la mañana fueron llegando las noticias. Yo me quedé en el colegio hasta la hora normal de salida y fue hasta entonces que me di cuenta de la dimensión trágica de lo acontecido. Aún así, el mayor susto no fue esa mañana del jueves sino en la tarde del día siguiente cuando volvió a temblar. En mi casa nos quedamos sin luz ni agua. Esa noche dormimos vestidos, todos juntos en la sala, escuchando, ahora sí, el radio de pilas.

Recuerdo noticias impactantes como aquélla de que los cuerpos de los fallecidos serían concentrados en el estadio de beisbol del Seguro Social o el cómo se había caído parte de Televisa Chapultepec.  

La semana siguiente no tuvimos clases, pero sí fuimos a la escuela. Nos organizaron para que preparáramos despensas y botiquines para los damnificados y los rescatistas. En el gimnasio de la escuela tampoco hacíamos ya deportes. En su lugar, se instaló un centro de acopio y una eficiente línea de producción de sándwiches. Ahí me tocaba envolverlos en servilletas de papel que, para mi angustia, inevitablemente se acababan pegando al jamón, cosa que a mí me parecía intolerable. 

En esos días también se sumaron al colegio nuevas compañeras que traían uniformes que no eran azul marino. Pasaba que venían de otras escuelas cuyos edificios habían quedado tan dañados que era inseguro utilizarlos. Eran como “refugiadas” y nos tardamos en dirigirles la palabra.   

En la actualidad ya no me pierdo de las noticias. Día, tarde y noche me gusta mucho estar informada. Por eso, justo ayer leía en los periódicos las notas en relación a la conmemoración de los veinticinco años del temblor. En éstas se recordaba la consabida solidaridad del pueblo mexicano frente a la tragedia, pero también se ponía en relevancia cómo a partir de ese momento la sociedad encontró nuevas formas de organización; nuevas e incipientes maneras de ejercer una ciudadanía. Me gusta pensar que a este espíritu combativo y solidario debemos mucho de la organización de la resistencia civil en el DF durante las elecciones de 1988.

El meollo es que los mexicanos se dieron cuenta de que con o sin las autoridades, eran capaces de tomar decisiones y poner manos a la obra; todo muy a pesar de las circunstancias económicas o gubernamentales que en 1985, como ustedes recordarán, tampoco eran de gran ayuda.

Para favorecer la reflexión sobre aquellos extraños días de septiembre de 1985 el Centro Cultural Universitario Tlatelolco preparó la exposición “El Terremoto. 25 años después” con material fotográfico que fue proporcionado por la comunidad de la zona de Tlatelolco y de los barrios circundantes. Dado el momento en que vivimos, me parece más que obligatorio hacer un recorrido por dicho museo para poder visitar esta muestra, la cual promete y mucho.

A ver si ahora así, en este memorial del 85, reflexionamos sobre nuestra historia reciente y nos acabamos de curar de la cruda intelectual que dejaron los festejos circenses y carnavalescos del bicentenario, a los cuales no les pienso dedicarles ni una línea más en este blog, salvo esta última, claro está.

Espero poder ir muy pronto al museo de Tlatelolco. Por si queda alguna duda, ahora ya sé cómo llegar.   

IMAGEN: Anónimo. Fachada del Hotel Regis. Septiembre, 1985

miércoles, 8 de septiembre de 2010

UNA VISITA DIDÁCTICA AL MUSEO DEL PRADO

Del 6 al 10 de septiembre el Teatro Nazas de la ciudad de Torreón, Coahuila, fue sede de una serie de visitas didácticas virtuales impartidas por el Museo del Prado. La organización del evento corrió a cargo de la Fundación de Amigos del Museo del Prado, del Patronato del Teatro Nazas y de la Secretaría de Educación Pública del Estado de Coahuila. La asistencia estimada era de 2,700 adultos y 9,000 alumnos de escuelas públicas y privadas, entre las edades de 14 y 18 años.

En la mañana del miércoles asistí a una de estas visitas. Como era de esperarse, la platea del teatro estaba ocupada mayoritariamente por profesores y estudiantes. En punto de las 11 de la mañana subieron al escenario dos representantes del Museo del Prado: Carmen Escardá y Tomás Ladrero. Con el apoyo de una proyección a sus espaldas, iniciaron su charla con los antecedentes de la creación del Museo del Prado y sus funciones en el campo de la conservación, investigación y comunicación con el público. Como quien dice, dieron la obligada introducción.

Posteriormente presentaron las imágenes del Museo del Prado en Google Earth e hicieron una demostración con la pintura “Las tres Gracias” de Rubens. Los estudiantes ahí reunidos no pudieron contener la risa ante la vista de estas tres voluptuosas mujeres desnudas y abrazadas. Tremendo encontronazo con la mitología y sus requiebros, cómo no.

Haciendo caso omiso de las risas y los chiflidos, los comunicadores del Museo del Prado abandonaron el Google Earth y continuaron con su explicación describiendo una de las pinturas más complejas de la colección: el “Jardín de las Delicias” del Bosco. En un deslucido intento por simpatizar con el público mexicano, compararon la obra con el “Autorretrato con collar de espinas y colibrí” de Frida Kahlo. Sabemos que a la pintora mexicana le interesaba muchísimo el arte del norte de Europa, especialmente el Bosco, pero de eso a hacer un paralelo, hay un abismo.

Después se sucedieron descripciones a pinturas como el retrato ecuestre de Carlos V de Tiziano; “Las meninas”, “La Fragua de Vulcano” y “La rendición de Breda” de Velásquez. De Goya vimos “La maja” y “La maja desnuda” lo que volvió a despertar las risas del público adolescente. También comentaron “El caballero con la mano en el pecho” del Greco, “La Inmaculada Concepción” de Murillo y un célebre bodegón de Zurbarán. En el “Descendimiento” de Wan der Weyden los guías tuvieron el buen tino de comentar algunos de los estudios de laboratorio que se han realizado en esta obra para conocer sus materiales constitutivos.

Como pueden ver, el programa era amplio y ambicioso, tal vez demasiado, sobre todo considerando que la visita estaba programada para poco más de una hora. La información resultó excesiva y por ende, pecaba de superficial. También me pareció que no estaba especialmente dirigida al público adolescente. Los datos nos caían de todas direcciones: iconografía, composición, mitología, y un largo etcétera, lo que en mi opinión tiende a provocar la escasa retentiva de datos concretos y dificulta la comprensión de los detalles finos.

Otro aspecto que no fue muy didáctico que digamos es que los representantes del Museo del Prado sobrellevaban una rutina mal ensayada. Sus frases estaban carentes de cualquier énfasis o emoción, como de quien repite algo mil veces y está harto de ello. Su voz era monótona y adormilada, lo que hizo bostezar a más de uno. A las preguntas e interrupciones de la audiencia se mostraban impacientes y poco exitosos en la improvisación.

En cuanto a lo técnico, me pareció francamente decepcionante que un museo de la talla del Prado ofrezca una “visita didáctica” en Power Point, con tan poca imaginación y nula interactividad, proyectando solamente transparencias en una pantalla y confiando únicamente en la habilidad de dos comunicadores que claramente no eran expertos en ninguno de los temas.

Aún así, el balance de la experiencia no es del todo negativo ya que la entrada era gratuita y la asistencia, nutrida. Luego, el esfuerzo de traer eventos como éste al interior de la República se agradece, sobre todo considerando la escasa oferta cultural que hay para los adolescentes en esta ciudad.

Ya al final hubo una sesión de preguntas y respuestas. Entre risas y ovaciones, los alumnos expresaron renuentes varias dudas que, nosotros los que trabajamos en museos ya hemos escuchamos anteriormente: que cuántas obras hay en el museo, cuál es la obra más antigua, que si alguna vez los han robado. El premio a la originalidad se lo llevó una estudiante como de 14 años que preguntó: “¿Y por qué hay tanto mono encuerado en el Museo del Prado?”. Nótese: “monos” y “encuerado”. Los peninsulares por supuesto que no entendían nada. Los  estudiantes morían de risa en tanto que algún comedido y apenado profesor les explicaba a los españoles a qué se refería la niña. Después los del Prado contestaron, pero era tal el desconcierto y el escándalo, que no escuché nada, así que lamento no poder darles la respuesta oficial. No importa, seguramente no valió tanto la pena como la pregunta en sí.

IMAGEN: Rubens, Las tres gracias, 1635. Óleo sobre tabla. Museo del Prado.

miércoles, 25 de agosto de 2010

PREGÚNTELE AL CURADOR

Una fecha para marcar en la agenda: el 1 de septiembre del 2010 se podrán hacer preguntas vía internet a curadores e investigadores en museos y galerías alrededor del mundo. Y lo mejor de todo: ellos se comprometen a contestarlas.

Esto será posible gracias a la plataforma de Twitter y a la iniciativa “Ask a curator” (Pregúntele a un curador). El hashtag #askacurator nos ayudará a contactar a todos los museos participantes.  Igualmente, en la página www.askacurator.com puede consultarse la lista de los museos involucrados en el evento.

Museos de Australia, Alemania, Bélgica, Brasil, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Francia, Holanda, Irlanda, Italia, Nueva Zelanda, Noriega, Suecia, Polonia, Suiza y Reino Unido ya se sumaron a esta iniciativa y sus curadores estarán listos para responder a sus preguntas el 1 de septiembre.

De México, únicamente el Museo Arocena de Torreón, Coahuila, está participando a través de su dirección @museoarocena. Sería deseable  que en el tiempo que resta para este evento, más museos mexicanos -de los cuales ya hay más de 60 con cuentas activas en Twitter- se apuntaran en el evento. 

Acerca del origen de esta iniciativa, “Ask a curator” proviene de los mismos organizadores del “Follow a museum day” (Día del sigue a un museo) llevado a cabo con gran éxito en febrero de este mismo año.

Desde entonces hasta ahora, ha habido un importante crecimiento en el número de usuarios de Twitter y sobre todo, una mayor repercusión en la opinión pública de los contenidos generados a través de esta plataforma virtual.

Por ejemplo, hoy en día, la dirección en Twitter del @museoarocena tiene alrededor de 500 seguidores, en tanto que la del @museoimaginario, relacionada a este blog,  ha superado los 1500 (¡muchas gracias a todos por eso!).

Me parece que el auge de este medio de comunicación es un fenómeno que nosotros, como profesionales de los museos, no podemos dejar de aprovechar para transmitir nuestros contenidos e ideas a seguidores que comparten intereses afines a nuestras instituciones o a nuestras personas.  

Ya para terminar esta entrada al blog, quiero compartirles un fragmento del texto que aparece en la página oficial de “Ask a curator” y que nos explica un poco de los motivos de esta iniciativa: Los museos y galerías no sólo albergan colecciones fascinantes sino que también son el centro de trabajo de curadores expertos que aman compartir su pasión por el arte, la ciencia y la historia.

Me identifico con estas palabras. La mayoría de los trabajadores de la cultura somos unos apasionados de nuestro trabajo, y pos supuesto que nos encantaría poder compartir esta pasión con todos ustedes.  Qué mejor que una sesión abierta de preguntas y respuestas que lleve a un diálogo constructivo entre ambas partes. 
   
Por eso, el 1 de septiembre de 2010 anímense, participen, entren al Twitter y ¡pregúntenle a un curador! Yo estaré contestando oportunamente a través de @museoarocena y de @museoimaginario. Los esperamos. 

viernes, 13 de agosto de 2010

10 CRONOPIOS DE BUENOS AIRES (2 DE 2 PARTES)

Como no hay plazo que no se cumpla, en esta nueva entrada del blog doy continuidad y fin a la lista de los 10 cronopios de la ciudad de Buenos Aires. Prosigamos.

6. Museo Evita: mi vida, mi misión, mi destino

El Museo Evita abrió sus puertas en el 2002, al cumplirse el 50 aniversario de la muerte de Eva María Duarte de Perón y está ubicado en una antigua casa de la década de los veinte donde Evita fundó una asistencia infantil a finales de los años cuarenta. El museo tiene la misión de ser “una experiencia vital. Un lugar para sentir, conocer y comprender. Un ámbito que cuenta la vida y obra de una de las mujeres más importantes de la historia argentina con rigor histórico”. Imaginarán la dificultad de mostrar de manera objetiva “y con rigor histórico” la biografía de esta mujer que ha sido querida y odiada casi en la misma proporción. En la primera sala del museo, se establece claramente que alrededor de Evita se tejen tanto un mito negro como un mito blanco y que la exhibición se propone ofrecer los elementos necesarios para que el público se forme su propio juicio alrededor de Evita Perón. Es destacable que los recursos museográficos le dan un aire de contemporaneidad a la vida de Evita, por ejemplo, como música ambiental a lo largo de todo el recorrido se escucha “El capitalismo Foráneo” de la agrupación Gotan Project, ¡bien por eso! Más información en: http://www.museoevita.org/


7. El Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires

El MALBA es un must de la ciudad de buenos Aires y por sí mismo, merecería una entrada especial al blog. El génesis y gestión del museo son responsabilidad de la Fundación Eduardo F. Constantini, y su funcionamiento es un paradigma a seguir en materia de acción cultural desde la iniciativa privada. Las obras de la permanente, su moderno edificio, los servicios que ofrece y la transparencia de sus finanzas son asimismo, ejemplares. También su programa de exposiciones temporales es extraordinario. Por ejemplo, a finales de agosto concluyó la muestra retrospectiva sobre el fotógrafo norteamericano Robert Mapplethorpe titulada “Eros and Order”. La exhibición contaba con actividades complementarias, como el evento “Lo que la noche le cuenta al día”, una lectura en voz alta de poesía que se llevó a cabo en la misma sala de exhibición. La velada cerró enorme con “Manifiesto” de Pedro Lemebel, poeta chileno: No soy Pasolini pidiendo explicaciones /No soy Ginsberg expulsado de Cuba / No soy un marica disfrazado de poeta/ No necesito disfraz/ Aquí está mi cara/ Hablo por mi diferencia/ Defiendo lo que soy/ Y no soy tan raro /Me apesta la injusticia/ Y sospecho de esta cueca democrática / Pero no me hable del proletariado/ Porque ser pobre y maricón es peor/ Hay que ser ácido para soportarlo/ Es darle un rodeo a los machitos de la esquina/ Es un padre que te odia/ Porque al hijo se le dobla la patita (…). Para saber más de las colecciones y actividades del MALBA les dejo su página web, que también presume de muy buen diseño: http://www.malba.org.ar/web/home.php

8. Artentino: diseños 100% originales

Pero si lo que quieren es ver, tocar y sobre todo ¡comprar! los objetos más hermosos y originales de todo Buenos Aires, no duden en darse una vuelta por Artentino. Con varias sucursales en la capital argentina, Artentino es una tienda que se distingue por exhibir y comercializar lo mejor del diseño argentino independiente. Cada local está ambientado con absoluto esmero, incluso la tienda de Av. De Mayo cuenta con su propia cafetería delicatessen donde puedes tomarte un delicioso capuchino sentado en cómodos sillones a lo Mies van der Rohe. Y bien vale la pena hacer una pausa entre compra y compra, porque hay muchísimo qué ver: objetos decorativos y funcionales para recámaras, baños y cocinas; libretas, bolsos, accesorios; lámparas, esencias, portaCD…todo un mundo. Yo me compré mi mate con decoración retro y unos “imanías” (imanes decorativos) para el refrigerador. El catálogo de productos puede consultarse en: http://www.artentino.com.ar/

9. El mercado de San Telmo

En este antiguo barrio, el hábil observador podrá encontrar hermosos edificios que milagrosamente todavía guardan vestigios de su uso original, como es el caso de las cafeterías y otros establecimientos mercantiles. Entre todos ellos, se destaca el elegante mercado de San Telmo, el cual data de 1897. Al interior, su esbelta estructura en acero se alza por encima de los puestos que ofrecen las más variadas mercancías. Abundan las antigüedades, libros, revistas y demás objetos de segunda mano, algunos de ellos francamente sorprendentes. Por ejemplo, en uno de los locales se venden números, sí números, de los que se usan para las casas. Estos refinados objetos, en apariencia insignificantes, están pintados a mano sobre metal esmaltado y son bellísimos. Si a usted se le ofrece alguna letra pues también, con suerte la puede encontrar. Los compradores buscan y rebuscan entre letras y números como jugando una curiosa especie de lotería. La pregunta es: ¿y por qué no comprarse un número nuevo en la ferretería? En fin, que este mercado es un sitio lleno de tesoros esperando a ser pepenados.

10. El diez

Claro que lo mejor de Buenos Aires, y de toda la Argentina, son las fascinantes criaturas que la habitan. Personajes excéntricos, sensibles, melancólicos y sobre todo, profundamente inteligentes. Aprovecho este emblemático número diez de la lista –no puedo dejar de pensar en Diego Armando Maradona, cuando digo eso- para recordarlos en toda su brillante magnitud. Hasta la próxima que nos volvamos a ver. Mientras tanto, sigamos caminando.

A la salida del Luna Park, un cronopio advierte que su reloj se atrasa, que su reloj se atrasa, que su reloj. Tristeza del cronopio frente a una multitud de famas [que remonta Corrientes a las once y veinte y él, objeto verde y húmedo, marcha a las once menos cuarto. Meditación del cronopio: “Es tarde, pero menos tarde para mí que para los famas, para los famas es cinco minutos más tarde, llegarán a sus casas más tarde, se acostarán más tarde. Yo tengo un reloj con menos vida, con menos casa y menos acostarme, yo soy un cronopio desdichado y húmedo”. Mientras toma café en el Richmond de Florida, moja el cronopio una tostada con sus lágrimas naturales. (Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas, 1962)

jueves, 29 de julio de 2010

10 CRONOPIOS DE BUENOS AIRES (1 DE 2 PARTES)

Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: “La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad”. Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios. (Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas, 1962).

Hace aproximadamente un mes que regresé de mi segunda visita a Buenos Aires, y desde entonces quería aprovechar este espacio del blog para contarles sobre algunos sitios y experiencias que, como en el texto de Cortázar, fueron grandes fiestas a las que no lo invitaban a uno, o bien, entretenidas reuniones a las que uno acababa asistiendo sin esperárselo. En ambos casos, las compañías fueron igualmente disfrutables y pues estar en esta hermosa ciudad, hermosísima ciudad, siempre ayuda.

Por eso y sin ningún orden en particular, ésta es la primera parte de los diez cronopios de Buenos Aires. Son sólo diez, como podrían ser veinte o cinco, porque finalmente toda lista es finita y arbitraria. Prometo que para la próxima entrada les escribiré sobre los cinco restantes, empezamos aquí:

1. El ilustre Café Tortoni

Fundado en 1858, el Café Tortoni sobrevive al tiempo y a los turistas que lo visitan. Ubicado en la Avenida de Mayo, en su mejor época fue sitio de reunión de los grandes talentos de Argentina y del mundo. Actualmente forma parte del circuito de “Cafés ilustres de Buenos Aires” destinado a conservar este distintivo rasgo cultural de la sociedad bonaerense. Tristemente, la fama y la publicidad acarrean algunos problemas. Para entrar al dichoso café tuvimos que hacer fila detrás de un grupo de turistas orientales que no se daban por entendidos que había que hacer fila. Mal vaticinio para empezar. Sin embargo, ya una vez en el interior, el sitio no decepciona: la decoración quita el aliento, el menú es toda una antigüedad, los precios de otra época y los meseros son mal encarados ¿qué más se puede pedir de un lugar que se precia de ser, ante todo, tradicional? Hasta se perdonan los siniestros maniquís de Gardel y Borges sentados en una mesa esquinera del local.

2. Tango en La Viruta

En el 2009, el tango fue declarado por la UNESCO como Patrimonio Intangible de la Humanidad. En Buenos Aires, hay guías completas para que el turista viva la experiencia del tango a distintos niveles, algunos muy auténticos, otros francamente chabacanos. Por eso, nada puede igualar la autenticidad y tradición del salón de baile La Viruta, un lugar de prosapia, abolengo y solera. Ahí, los amantes del tango pueden dar rienda suelta a los mandatos del tacón dorado todas las madrugadas que tenga la semana. En este sótano sin nombre se llega solamente como iniciado en las más elevadas artes tangueras. Asisten numeroso y apasionados noctámbulos, muchos jóvenes y varios adultos. Aquí se hace evidente que el tango, es una tradición viva y actual. Advierto que para poder entrar a La Viruta sin pagar cover es indispensable conseguirse a una amiga milonguera que primero pierda el rumbo y que después se sepa la letra completa de “El día que me quieras” de corrido.

3. El bicentenario argentino

No podía faltar el espectáculo del bicentenario. En la Plaza de Mayo, frente al edificio del cabildo, la celebración corrió a cargo de Fuerzabruta, compañía argentina que en sus actuaciones en México ha recibido críticas polarizadas. Yo no tuve la oportunidad de ver su actuación, a pesar que repitieron funciones durante mayo y junio, esto a petición popular. Por otro lado más destacable, se inauguró la Casa Nacional del Bicentenario: un edificio restaurado ex profeso para ofrecer información, eventos y exposiciones. Por ejemplo, la curaduría de la muestra temporal “Mujeres: 1810-2010” resulta impecable: mezcla arte contemporáneo y recursos multimedia, cuestiona, pregunta y propone. Ojalá que el proyecto trascienda al festejo y pueda consolidarse como un espacio cultural de vanguardia (http://www.casadelbicentenario.gob.ar/). En cuanto a las publicaciones alusivas al bicentenario, un detalle curioso: un libro se titula “Historia de los argentinos” que no “Historia de la Argentina”. Y de este lado, ¿no habrá habido algún investigador que haya querido hacer la historia de los mexicanos y las mexicanas?

4. La revista Barcelona

Su slogan nos lo dice (casi) todo: “Una solución europea a los problemas de los argentinos”. Escandalosa en imagen y en contenido, la revista Barcelona no tiene respeto por nada ni por nadie. Ni siquiera se toma a sí misma en serio. He ahí su mayor encanto: la falta absoluta de solemnidad y de pretensión. A esta singular revista se la podía ver en cada puesto de periódico con su portada que exclamaba “Todos putos” a unos cuantos días de la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en Argentina. Eso sí, la incorrección política nunca tuvo tan buen diseño gráfico. Ahora leo la Barcelona por internet, pero no me es suficiente, me hace falta sentir tu sencillito papel periódico entre mis manos. (http://www.revistabarcelona.com.ar/)

5. La Plaza San Martín y el mundial de futbol

La alcaldía de Buenos Aires se puso a la altura de nuestro carnal Marcelo y durante el Mundial de Sudáfrica colocó en la Plaza de San Martín una pantalla gigante para que todos pudiéramos ver los partidos. En su momento, ahí nos dimos cita varios cientos de mexicanos para atestiguar en único triunfo tricolor: el 2 a 0 frente a la escuadra francesa. Durante el partido, el entusiasmo mexicano era desbordado, había mucha camiseta verde y hasta un personaje disfrazado de Ángel de la Independencia (vá-mo-nos-al-án-gel/vá-mo-nos-al-án-gel). Ah, por cierto, me dicen que salí en la televisión local, pero que me veía muy seria. Seguramente fue en el primer tiempo, antes de festejar como enajenada el gol del Chicharito y luego, de hacer roqueseñal con el penalti anotado por ese otro cronopio llamado Cuauhtémoc Blanco. Por obvias razones me abstuve de asistir a la Plaza San Martín para el México – Argentina. Yo ya estaba volando de regreso a México. Piensen lo que quieran.

En la próxima entrada del blog, contaré algunas historias sobre museos y mercados, y de la mejor manera de plantearse estrategias para distinguir uno del otro. Después iremos de compras y con suerte, nos comeremos alguna pizza por ahí y veremos algo de televisión argentina. Al fin y al cabo, los cronopios sobran en la ciudad de Buenos Aires (querido).

viernes, 16 de julio de 2010

UN RETRATO BICENTENARIO

Hacia 1810, el ya debilitado imperio español de ultramar estaba a punto de colapsarse.  En los virreinatos americanos como la Nueva España, las autoridades locales y la población en general habían resentido los efectos de las nuevas reformas administrativas provenientes de la metrópoli, tales como el establecimiento de las encomiendas, la consolidación de los vales reales, el cobro de las alcabalas y las políticas regalistas que afectaron las propiedades eclesiásticas.  El ascenso al trono de los reyes de la dinastía Borbón y su despotismo ilustrado habían sembrado el descontento y la resistencia en estas tierras. Para colmo, la crisis de 1808 acentuó la distancia entre la metrópoli y los americanos, generando un vacío de poder que polarizó a las élites en este continente.
La sociedad novohispana, profundamente estamentaria, se organizaba en poderosas corporaciones civiles y asociaciones religiosas tales como los gremios, las universidades y las cofradías. De ahí que el género pictórico más practicado después de la pintura de contenido religioso fue el retrato. Los novohispanos daban  mucha importancia al linaje y al estatus, pero sobre todo reconocían al individuo como un reflejo del grupo al que éste pertenecía. Por lo tanto, es una constante que los retratados aparezcan rodeados de elementos de afirmación social tales como los detalles biográficos  plasmados en las cartelas y la elaborada heráldica.
Las reformas borbónicas influyeron también en el campo de las artes. El retrato -considerado como un “género menor”- no fue la excepción. Concretamente para el año de 1781 ya se había establecido en la ciudad de México la Academia de San Carlos, homóloga de la de San Fernando en Madrid. La Academia, a  través de sus cátedras de dibujo, grabado y arquitectura estaba encargada de divulgar el estilo artístico con el cual el nuevo régimen Borbón se identificaba: el neoclásico.
A principios del siglo XIX notamos algunas diferencias entre los retratos de orientación neoclásica y aquéllos de raigambre barroca. Sin embargo,  ambos estilos convivieron casi hasta el final de la guerra de Independencia. Si bien en ambos se representa a  una sociedad altamente jerarquizada, en el retrato académico esta noción se ve matizada hacia una consideración ilustrada, de mayor naturalidad, sobriedad y de individualización del retratado.   Estos cambios de estilo y de gusto también son reflejo de un cambio social: poco a poco las corporaciones novohispanas van cediendo paso a la presencia del individuo, del ciudadano.
El retrato que nos ocupa en esta ocasión, da cuenta de este cambio paulatino. En 1802 el presbítero Francisco Peláez fue nombrado sacristán mayor de la Parroquia de Santa Catarina Mártir, un templo ubicado en la esquina que forman las actuales calles de República de Brasil y República de Nicaragua, en el centro de la Ciudad de México. Como sacristán mayor, Peláez  tenía a su cargo asistir en el servicio del altar, custodiar los ornamentos, vestiduras y libros sagrados, así como la vigilancia de todos lo relacionado a la sacristía.
Peláez aparece representado de medio cuerpo, en postura de tres cuartos y portando una sotana oscura que alude directamente a su investidura eclesiástica. En la parte superior se observa el escudo imperial de la casa de Borbón.  El prelado está rodeado de los atributos relacionados a su condición de piadoso hombre de letras, como lo evidencia el libro entreabierto que sostiene en su mano derecha. Al fondo se observa un estante con varios volúmenes encuadernados en piel de los Cánones del teólogo Carbo Sebastiano Berardi, y en primer plano, sobre una mesa,  una escribanía de plata. Ambos advierten de la vocación de estudio que ostenta el presbítero. 
Es interesante hacer notar que aún cuando el retrato de Francisco Peláez roza ya el cambio de siglo –si el nombramiento fue en 1802, lo más probable es que esta obra haya sido pintada en ese mismo año o un poco después-  los cánones del retrato novohispano que operaron durante todo el siglo XVIII se mantienen casi inalterados.  A excepción tal vez de dos detalles: primero, la mayor expresividad en el rostro del presbítero, contrastante con la rigidez de su entorno; y segundo, la representación de medio cuerpo, cuando en la costumbre barroca se preferían retratos de cuerpo entero.
Aún así, el amaneramiento de las formas y el hieratismo de la representación podrían interpretarse como una reticencia al cambio, no sólo frente al nuevo estilo, sino también a las políticas provenientes de la Corona Española. Si consideramos que el retrato novohispano individual es reflejo de una identidad de grupo, éste podría ser un intento por parte de la Iglesia Católica de mantener intactos los privilegios de su propia corporación frente a una sociedad que poco a poco se iba secularizando.  
Ignoramos si el presbítero Francisco Peláez simpatizó o no con las ideas insurgentes, sin embargo, sí podemos especular en que siendo un sujeto letrado, debió de haberse mantenido informado de los aconteceres de su época.  
Este retrato bicentenario puede apreciarse en la exposición permanente “El retrato: nobleza y poder”, en la Sala de Arte Virreinal del Museo Arocena de Torreón, Coahuila. 

IMAGEN
Presbítero Francisco Peláez, sacristán mayor de la Parroquia de  Santa Catarina Mártir
Anónimo novohispano, hacia 1802
Óleo sobre tela
101 x 75 cm.
Museo Arocena/ Fundación E. Arocena

sábado, 3 de julio de 2010

LA ESTATUA ASESINADA: ANTONIETA RIVAS MERCADO Y LOS CONTEMPORÁNEOS

En afortunadas ocasiones es posible para el curador conseguir la obra exacta, la pieza única, aquélla que creemos contiene y revela en sí misma el concepto de toda una exposición y sin la cual, ésta se quedaría trunca, incomprensible.

En cuanto a la muestra temporal “De puño y letra. Antonieta Rivas Mercado y su tiempo”, inaugurada el pasado 2 de julio en el Museo Arocena, la obra que muestra el concepto integral de la exposición se titula La pistola, un óleo sobre tela autoría de Agustín Lazo, y con el cual contamos gracias a la generosidad de la colección Andrés Blaisten.

En la década de los años veinte, el joven pintor Agustín Lazo formó parte junto con Salvador Novo, Julio Castellanos, Jorge Cuesta, Bernardo Ortiz de Montellano, Carlos Pellicer, José Gorostiza, Gilberto Owen y Xavier Villaurrutia de “Los Contemporáneos”, un “grupo sin grupo”, un conjunto de “personas ociosas” cuyas obras “no le gustaban a nadie”, “que todo lo encontraban mal” y “cuyas producciones eran una cosa rarísima”, esto en palabras del mismísimo Salvador Novo.

Por su parte, el poeta Jorge Cuesta comentó sobre estos inusuales personajes que “es maravilloso cómo Pellicer decepciona a nuestro paisaje, cómo Ortiz de Montellano decepciona nuestro folclor, cómo Salvador Novo decepciona a nuestras costumbres y cómo Xavier Villaurrutia decepciona a nuestra literatura”.

Esta aura de rebeldía intelectual e incluso de trasgresión social, atrajo a Antonieta Rivas Mercado (1900–1931), una mujer recién llegada de Europa, millonaria, sumamente inteligente, sensible y algo excéntrica, quien de la mano de su mejor amigo y confidente, el también pintor Manuel Rodríguez Lozano, llegó a ser mecenas y partícipe de este singular grupo entre 1927 y 1928, aproximadamente.

Juntos, fueron pioneros y líderes incomprendidos de la vanguardia artística y la crítica literaria en México; adalides de un cosmopolitismo enfrentado al proyecto nacionalista impuesto por los grupos en el poder tras el triunfo de la Revolución Mexicana ahora institucionalizada.

Antonieta y Los Contemporáneos realizaron teatro de vanguardia (el Teatro Ulises), editaron varios libros, revistas y tradujeron obras francesas. Agustín Lazo también participó activamente pintando las escenografías, en tanto que Antonieta, además de ser empresaria teatral, actuó en las puestas en escena.

Ya entre 1928 y 1929, la incansable pero diletante Antonieta también se involucró en otras importantes empresas culturales y políticas del país, nada más y nada menos que en la creación de la Orquesta Sinfónica Nacional y la campaña presidencial de José Vasconcelos, con quien se involucró sentimentalmente.

Poco después, a principios de 1931, Antonieta acabaría dramáticamente con su vida frente al altar mayor de la catedral de Notre Dame en París. Se había disparado en el pecho con la pistola que perteneciera a José Vasconcelos.

Xavier Villaurrutia nos explica un poco de las contradicciones que imperaban en el alma de esta mujer: “A Antonieta quisiera verla dejar de ser ella (o lo que ella cree ser) en alguna ocasión. Pero no podrá. Me arrepiento de escribir esto, pero no porque lo piense injusto sino porque a Antonieta prefiero quererla que juzgarla”.

De alguna manera, tanto Villaurrutia como Antonieta eran espíritus afines, sensibles a su entorno, que buscaron en el exilio escapar del tedio de vivir, llevando ese afán hasta sus últimas consecuencias.

Unos años antes al suicido de Antonieta (1928) Villaurrutia había dedicado a su compañero sentimental Agustín Lazo un bellísimo poema de corte surrealista titulado “Nocturno de la estatua”, cuyas líneas están pletóricas de referencias oníricas, noctámbulas y mortuorias:

Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera
y el grito de la estatua desdoblando la esquina.
Correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito,
querer tocar el grito y sólo hallar el eco,
querer asir el eco y encontrar sólo el muro
y correr hacia el muro y tocar un espejo.
Hallar en el espejo la estatua asesinada,
sacarla de la sangre de su sombra,
vestirla en un cerrar de ojos,
acariciarla como a una hermana imprevista
y jugar con las flechas de sus dedos
y contar a su oreja cien veces cien cien veces
hasta oírla decir: «estoy muerta de sueño»

En 1943, Agustín Lazo pintaba la elusiva y enigmática pintura La pistola. En ésta vemos algo que podría ser la “estatua asesinada” junto a la cual reposa indolente una pistola Derringer con cacha de concha nácar. El conjunto no deja de ser extraño, sobre todo porque la composición en un principio aparece como absolutamente convencional, pero los objetos en ella no guardan ninguna relación lógica con la realidad. En resumen, es una obra que plantea más preguntas que respuestas y que tiene lugar en un plano metafísico, donde el sueño y la muerte pudieran ser las “hermanas imprevistas” a las que hace alusión el poeta.

Al observar esta obra de Agustín Lazo, no pude dejar de pensar en el nocturno de Xavier Villaurrutia, y a su vez, en el suicidio de su amiga, Antonieta Rivas Mercado. Éstas fueron tres existencias identificadas con un mundo formado de ecos y espejos, tres grandes talentos que en un fugaz momento, increíble y extraordinario de 1927, compartieron lo que Andrés Henestrosa –otro amigo de Antonieta- llamaría: “un parpadeo del tiempo”.

La exposición “De puño y letra. Antonieta Rivas Mercado y su tiempo” se presenta en el Museo Arocena hasta el 3 de octubre.

IMAGEN:

Agustín Lazo (1896-1971)
La pistola, 1943
Óleo sobre tela
73 x 57.5 cm

Colección Andrés Blaisten / Centro Cultural Universitario Tlatelolco

http://www.museoblaisten.com/v2008/indexESP.asp

jueves, 3 de junio de 2010

MUSEOS DE CONCIENCIA: ESPACIOS PARA LA MEMORIA

En el pasado encuentro de la American Association of Museums (AAM)[1], acontecido la semana pasada en Los Ángeles, noté que un par de temas aparecían constantemente en las mesas de discusión. El primero era sobre el desarrollo de verdaderos museos participativos, y el segundo, acerca de la consolidación de los “museos de memoria”, que en una traducción bastante libre del inglés podríamos denominar también como “museos de conciencia”.

¿Qué es un “museo de conciencia”?

Un museo de conciencia tiene como misión investigar, conservar y exhibir fuentes materiales relacionadas a hechos de la historia reciente que todavía vulneren el inconsciente colectivo de la comunidad. Para hacer más clara esta definición, pensemos en que los primeros museos de esta naturaleza fueron aquéllos dedicados a recordar la historia del holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial, y de los cuales podemos encontrar varios ejemplos en los Estados Unidos, en Europa e incluso en Sudamérica. Estas instituciones marcaron tendencia en el ámbito de los museos o memoriales desde finales de los años setenta.

Como parte de esta misión, los museos de conciencia normalmente hacen uso de técnicas de investigación de campo y estrategias de exhibición y comunicación que involucran a la comunidad. Estas herramientas son válidas en todas las etapas de construcción del discurso museístico, es decir, que son empleadas desde el proceso de documentación, en el acopio de colecciones, para la selección de temáticas específicas, en los recursos de montaje, la realización de talleres y en general en todo lo relacionado a la experiencia del visitante.

Un museo de conciencia o de memoria es entonces un espacio de diálogo destinado a facilitar la comprensión de los hechos del pasado reciente, fomentar la concientización sobre los mismos y apoyar en el proceso de duelo de la sociedad. Se considera que estos eventos, para ser entendidos en su verdadera dimensión histórica, en su impacto y consecuencias, deben ser necesariamente interpretados a través de la reflexión colectiva.

Museos de conciencia en los Estados Unidos

En los Estados Unidos, podemos encontrar museos de conciencia alusivos a temáticas tan diversos como el holocausto judío, el asesinato de John F. Kennedy (1963), el movimiento por los derechos civiles (1960’s), el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York (2001) y el ataque terrorista al edificio Oklahoma (1995), por sólo mencionar algunos. Todos ellos comparten la característica de estar ubicados en el lugar donde ocurrieron los acontecimientos lo que les da una carga emotiva e histórica añadida.

En cuanto al Museo Nacional y Memorial de la Ciudad de Oklahoma (Oklahoma City National Memorial & Museum), posiblemente sea su misión, expresada en el siguiente párrafo, lo que nos ayude a entender el rol que cumplen este tipo de espacios en “sanar” el inconsciente colectivo de la sociedad norteamericana contemporánea: “Venimos para recordar a aquéllos que fueron muertos, a los que sobrevivieron y a aquéllos que fueron cambiados para siempre. Que todos los que se alejen de aquí sepan el impacto de la violencia. Que este memorial conforte y ofrezca fortaleza, paz, esperanza y serenidad.”[2]

Otro caso es el del Museo Nacional y Memorial del 11 de Septiembre (National September 11 Memorial and Museum) el cual está siendo edificando en el terreno que antes ocupara el World Trade Center.[3] Actualmente está abierta la convocatoria pública para la recopilación de documentos, videos, fotografías, objetos y expresiones artísticas relacionadas al 9/11.

Hablando de colecciones, el Museo del Sexto Piso (Sixth Floor Museum) de Dallas, Texas, cuenta con más de 35,000 objetos y documentos relacionados al asesinato de John F. Kennedy, a su época y legado.[4] La ubicación del museo, en el piso desde el cual el francotirador disparó, fue controversial. Antes de su inauguración en 1989, el edificio estuvo a punto de ser demolido ya que para muchos texanos éste era un símbolo de la infamia que había caído sobre la ciudad después de la muerte del presidente norteamericano.

Otro museo cuya sede puede ser considerada como controversial es la del Museo Nacional de los Derechos Civiles (National Civil Rights Museum), ubicado en el Motel Lorraine de Memphis, Tennessee, lugar donde Martin Luther King fuera asesinado en 1968.[5] Sin embargo, para muchos miembros de la comunidad afroamericana, ésta era la única manera posible de honrar al activista tras su fallecimiento.

México: controversia y memoria selectiva

Pareciera ser una constante que los museos de conciencia surjan y existan en medio de la controversia. Esto puede ser comprensible, y en ocasiones inevitable, considerando que muchos de ellos tratan sobre temas que tocan fibras todavía sensibles de la sociedad, aspectos especialmente vulnerables y debatidos de la historia. Otra constante es que el público actual busca de museos diferentes, participativos, que sean incluyentes, democráticos y plurales; lugares donde todas las voces sean tomadas en cuenta y donde todas las voces hagan eco en la historia.

En esta era de la información, los ciudadanos cuentan con más y mejores medios para demandar y exigir respuestas sensibles e inteligentes por parte de las instituciones culturales y me parece que éstas tienen la obligación de responder a sus inquietudes sobre la conservación y difusión de la memoria colectiva de un pueblo. De ahí que museos de conciencia nos planteen a los trabajadores de la cultura cuestiones prácticas, como el decidir a partir de cuándo un hecho reciente se vuelve histórico, y cuándo ese hecho histórico puede ser o no, museable y cómo debería serlo.

Pero este asunto de los museos de conciencia en los Estados Unidos no estaría completo si no reflexionáramos también sobre qué estamos haciendo nosotros con los museos de México. En este sentido, puedo mencionar la existencia del Memorial del 68, recientemente abierto en el Centro Cultural Universitario en Tlatelolco, lo que significa un esfuerzo importantísimo en la creación de memoriales sobre nuestra historia reciente. Sin embargo, es una excepción en la práctica museística de nuestro país.

La historia de México, convulsa y violenta en muchos de sus episodios, nos ofrece acontecimientos que bien podrían ser considerados como material de museos de conciencia o memoriales. Por ejemplo, ¿será que algún día nos decidimos a hacer un memorial sobre la muerte de Lucio Cabañas donde se hable de los movimientos armados en los años setenta y la guerra sucia? ¿O un museo alrededor de la muerte de Luis Donaldo Colosio y que tenga su sede en Lomas Taurinas? ¿Qué tal alguno en los Altos de Chiapas sobre el Subcomandante Marcos y Ejército Zapatista de Liberación Nacional, donde pudiéramos discutir sobre la matanza de Acteal?

La sociedad está cambiando y demanda espacios para el recuerdo, para la memoria. Me parece que los museos, como instituciones modernas, deberían de proveer los medios para alcanzarlo.

Concluyo comentándoles algo que me conmovió esta misma mañana mientras preparaba esta entrada al blog. Abraham Fraijo, el padre de Emilia -uno de los niños trágicamente fallecidos el 5 de junio del 2009 en la guardería ABC de Hermosillo- estaba dando una entrevista en vivo por televisión nacional. A la pregunta del entrevistador sobre qué le había parecido el ofrecimiento del Presidente Felipe Calderón de crear un mausoleo para recordar a los niños, el padre de familia expresó: “El presidente no sabe lo que queremos. No queremos un mausoleo en el lugar donde estaba la guardería. Queremos un museo, queremos un memorial.”

IMAGEN: Mural creado por una escuela primaria de Carolina del Sur en honor de las familias de las víctimas de los ataques de 11/9/01. Regalo de Lawrence Knafo para el Museo Nacional y Memorial del 11 de Septiembre.


[1] Esta es la primera entrada acerca de mi experiencia en la reunión anual de la American Association of Museums llevada a cabo del 23 al 26 de mayo, 2010 en la ciudad de Los Ángeles, California. http://www.aam-us.org/

[2] We come here to remember those who were killed, those who survived and those changed forever. May all who leave here know the impact of violence. May this memorial offer comfort, strength, peace, hope and serenity http://www.oklahomacitynationalmemorial.org/