martes, 19 de julio de 2011

PÁJAROS DISECADOS PARA UN MUSEO NACIONAL

Durante mi regreso de Oaxaca este fin de semana tuve oportunidad de leer Itinerarios e intercambios en la historia intelectual de México, una colección de ensayos recientemente editada por el CONACULTA y la UAM Cuajimalpa. Los compiladores son Miruna Achim y Aimer Granados, ambos docentes e investigadores en esa universidad.

El libro trata sobre el tránsito, propagación y asimilación de ideas, objetos y personas en América Latina. En la introducción se nos invita a "seguir la construcción de ideas y significados por medio de intercambios e itinerarios": un ángulo desde el cual, la circulación e interpretación local de un objeto cultural, de una idea o incluso de un grupo humano, son más elocuentes que su propio contexto de origen. Interesante.

El primer texto autoría de la compiladora Miruna Achim, tiene por título: "Setenta pájaros africanos por antigüedades mexicanas. O, cómo construir un museo nacional, México, 1828". En él se cuenta del ingreso de una colección de ejemplares ornitológicos disecados al Museo Nacional que fueron entregados por el explorador francés Henri Baradère a Isidro Icaza, el primer director. El donante recibió a cambio 145 dibujos realizados por Luciano Castañeda durante sus expediciones a ciudades antiguas mesoamericanas además de otros objetos prehispánicos no especificados. En una carta del 7 de abril de 1829, Icaza declara al Despacho de Relaciones Interiores y Exteriores de nuestro país que la transacción había sido "notoriamente ventajosa". Suponemos que sí, ventajosa, pero ¿para quién?

Como da cuenta esta anécdota, el proceso de conformación de un museo no es una línea recta y continua sino un sinuoso camino lleno de baches, desviaciones y destinos truncados. El por qué del ingreso de un determinado objeto a una colección museística no sólo es cuestión de registro o de inventario, de movimientos, entradas y salidas, canjes, compras o donaciones; también es un asunto relacionado a las ideas sociales, económicas y políticas del momento en que dicho objeto pasó de objeto común a objeto museable. Puntualizando: ¿por qué al director Icaza le parecieron especialmente valiosas las aves africanas, tanto como para intercambiarlas por piezas prehispánicas? ¿Se imaginan qué  concepto tendría de lo "nacional" a unos años de la independencia de nuestro país?

Para la mayor y mejor comprensión del tema, la investigadora Achim propone enfocar la historia de los museos desde el punto de vista de la historia de sus objetos, esto como "un cambio de escala a favor de la anécdota y del detalle, un ejercicio de inducción, más que de deducción (...) se trata de percibir cómo esta institución imaginaba sus funciones como museo de la nación y cómo atendía tales funciones en la práctica cotidiana".

A favor del director Icaza, la tendencia en los museos de principios del siglo XIX no era tanto la representatividad de la colección, sino lo curioso, extraño, inusual y hasta espectacular y sorprendente de la misma. Es decir, al realizar este intercambio tan ventajoso no se  buscaba forjar un museo “nacional” en el sentido contemporáneo de la palabra, sino que el objetivo era completar el más excéntrico gabinete de curiosidades como el presupuesto así lo permitiera.

A casi dos siglos de distancia de aquél primer museo nacional podría parecernos inconcebible canjear el patrimonio arqueológico de México por animales disecados provenientes de África. Sin embargo, que esto nos sirva para reflexionar acerca de las funciones, misión y destino de nuestros museos nacionales hoy en día, a saber: el Museo Nacional de Arte, el Museo Nacional de Antropología, el Museo Nacional de Historia y el Museo Nacional del Virreinato.  Opino que en la teoría y en la práctica hemos recorrido un largo y sinuoso camino que la mayor parte de las veces nos ha llevado hacia adelante -aunque en muchas ocasiones pareciera que vamos para atrás-.

IMAGEN: RON MUECK. Still life, 2009. 

lunes, 4 de julio de 2011

CIMIENTOS Y SUSURROS: LAS COLECCIONES SALEN DE BODEGA


Esta semana recibí por correo dos invitaciones: a la inauguración de Susurros de la colección Franz Mayer que tiene lugar el próximo 13 de julio, y la de Cimientos. 65 años del INBA: legados, donaciones y adquisiciones, que abre sus puertas en el Museo Del Palacio de Bellas Artes (MNPBA) el lunes 4 de julio.

Me llamó la atención que ambas exposiciones echan mano de sus colecciones en depósito, no sólo como complemento o apoyo, sino como elemento central. El a qué responde esta decisión, depende no sólo de la política interna del museo, sino también al cómo cada institución gestiona su propio acervo y recursos económicos.

Dudo que exista algún museo que exhiba el 100% de sus colecciones, el 100% del tiempo. Aunque el porcentaje varía, normalmente es más alta la proporción de objetos en resguardo que en las salas permanentes, esto sin importar el tamaño del museo o su capacidad de exhibición. La obras que no se muestran permanecen en depósitos de acceso restringido al público, aunque claro que existen contadas excepciones a esta regla.

Pero en ocasiones, las obras en bodega no sólo son invisibles para el público sino también para el propio museo. El descuido, la ignorancia o la indolencia hacen de los depósitos tristes bodegas del olvido donde el orden y la limpieza son desconocidos. Los objetos desfallecen sin que nadie se preocupe por ellos, menos aún que los considere como material expositivo.

La conservación de un objeto cultural no sólo reside en el trato que le damos, sino también en la puesta en valor que hacemos de él; es decir, no sólo basta con guardarlo en un sitio limpio y ordenado, sino que también es necesario interpretarlo mediante la investigación, documentación y exhibición. "Ningún bien es perfectamente conocido si no es perfectamente amado", diría san Agustín. 

Por lo tanto, y para el museo, me inclino por una política de colecciones donde el acervo permanente, en exhibición o en resguardo, sea el eje prioritario de la reflexión y acción institucional. Esto tiene mucho sentido considerando que administrativamente, la colección es el principal activo fijo de la institución, así que cualquier medida a favor de ésta, es una inversión a largo plazo.

En el caso de Cimientos, el título nos dice mucho de la postura que el Instituto Nacional de Bellas Artes adopta frente al acervo donado o adquirido. La curadora de la muestra es Ana Garduño, investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación, Información de las Artes Plásticas (CENIDIAP), quien en otras ocasiones a estudiado el fenómeno del coleccionismo como elemento fundacional del museo. En cuanto a la exposición del Franz Mayer, desconozco quien haya realizado la curaduría, pero la imagen y título de la exposición Susurros no me parecen del todo atinados ya que aluden a algo oculto o secreto, a un mensaje "en voz baja". Dudo que esto sea favorable.

Estamos de acuerdo que una política institucional destinada a conservar, interpretar y exhibir nuestras colecciones es algo sumamente positivo. Sin embargo, la cuestión es por qué está ocurriendo en estos museos y por qué exactamente ahora. Si bien, está claro que en ambos casos responde a un renovado interés por valorar lo propio, este interés también coincide con un momento económico muy crítico, resultado de una serie de gastos superficiales, desmedidos y un laxo manejo de las finanzas en proyectos expositivos anteriores.

Agradezco profundamente que los equipos de comunicación social del INBA y del Franz Mayer me hagan llegar puntualmente sus invitaciones. Realmente espero poder asistir a estas muestras para entonces evaluar de mejor manera cómo este conjunto de circunstancias económicas y de política interna resultan en una buena o mala propuesta. Ya les contaré en su oportunidad. 

martes, 28 de junio de 2011

ACCESO A INTERNET: UN DERECHO HUMANO


En concordancia con la cibercultura en la que actualmente vivimos y a la cual alimentamos, la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió una resolución donde concluye que el acceso universal a Internet es un derecho humano.  

En esta resolución, la ONU establece que “(…) Internet es uno de los instrumentos más poderosos del siglo XXI que contribuye a transparentar la conducta de los poderosos, a favorecer el acceso a la información, y a facilitar la participación cívica en la construcción de sociedades democráticas.”   Recomiendo leer y descargar el texto completo disponible en PDF en la siguiente dirección: http://www2.ohchr.org/english/bodies/hrcouncil/docs/17session/A.HRC.17.27_en.pdf

Dos observaciones importantes acerca de este reporte, primera: por acceso se entiende tanto contenidos como infraestructura técnica y física. Segunda: establece las circunstancias excepcionales en las cuales la diseminación de cierto tipo de información debería restringirse.   

El reporte de la ONU no pasa por alto el incremento en la censura del Internet por parte de algunos Estados como China, Vietnam, Irán, Turquía, Tailandia, Cuba, Corea del Norte y Egipto. La censura consiste en bloquear o filtrar arbitrariamente los contenidos,  criminalizar la libre expresión, imponer intermediarios, desconectar usuarios, vulnerar los derechos a la propiedad intelectual en línea, los ciberataques y la inadecuada protección del derecho a la privacidad y a la protección de datos.

Finalmente, la ONU reconoce el poder transformador del Internet. Como prueba está la reciente ola de demostraciones en países del Medio Oriente y Norte de África donde el Internet jugó un rol clave en la movilización de la población en su búsqueda de justicia, equidad y respeto a los derechos humanos. Yo agregaría también sin duda alguna, el impacto del Internet en las movilizaciones civiles en Europa, donde se destacan poderosamente el caso español y el griego. Aquí en México, bien podríamos aprender mucho de estos ejemplos de activismo social.

IMAGEN: Eduardo Abaroa. A bigger world. 2008. Galería Kurimanzutto

lunes, 20 de junio de 2011

LA BIBLIOTECA BRITÁNICA: DEL SIGLO XIX AL XXI


La Biblioteca Británica puso disposición del público 1000 libros del siglo XIX a través de una novedosa aplicación para el iPad. Cada libro puede consultarse de manera individual, página por página y en alta definición, lo que permite una lectura sin dificultades y excelentes acercamientos. Geografía, topografía, novelas, ficción y prosa, poesía y drama, filosofía, además de una amplia sección de historia universal con un segmento dedicado a centro y Sudamérica, son algunas de las temáticas que pueden encontrarse.  

En mi primer uso me encontré con dos ediciones de gran belleza: Incidents of travel in Central America, Chiapas and Yucatan  (1842) de John L. Stephens con las ilustraciones de Frederick Catherwood; y Mexican landscapes and popular sketches (1855) de Sartorius con las ilustraciones de Rugendas. Qué más se puede pedir.  

Si bien la página web de la Biblioteca Británica permite la consulta de algunos de estos libros,  la experiencia en el iPad -en opinión de Mitchell Davies director de la empresa que desarrolló la aplicación BiblioLabs- “permite un nivel de intimidad que evoca un sentido de involucramiento y curiosidad que no es posible en la experiencia del explorador web." Y en efecto, así es. La emoción de descubrir cada uno de los libros pasando la mano sobre la pantalla, recorriendo página por página volúmenes reservados, normalmente inaccesibles al gran público, es incomparable a lo que pudiera ofrecer cualquier otro medio.

Hace al menos diez años, la Biblioteca Británica fue pionera en facilitar el acceso a los libros y documentos de su fondo reservado. Entonces desarrollaron el software “Turning the pages”. Con éste se podían consultar textos que cambiaron nuestra visión del mundo como el tratado de anatomía de Vesalio o el primer atlas de Europa realizado por Gerhard Mercator. Al el paso de los años la consecuencia lógica era que la Biblioteca Británica continuara esta vocación de preservación y difusión en nuevos medios como el iPad.  

Al parecer, esto es sólo un adelanto de lo que se verá próximamente. Mientras tanto, la   Biblioteca Británica continuará ofreciendo esta aplicación de manera gratuita, aunque por mucho tiempo.  En un futuro no muy lejano colocarán en el mercado una suscripción de paga con la cual se accedería a un fondo de 60mil libros y contando. Los ingresos generados serían destinados a la digitalización del acervo, labor por demás loable.

Con tanta discusión sobre la muerte del libro en papel debido a la prevalencia del libro digital, me arriesgo a afirmar que gracias justamente a la existencia de éste último, muchos volúmenes en papel serán preservados por muchos años más y serán accesibles en cualquier latitud del planeta. Esto, ni Mercator se lo hubiera imaginado cuando realizó  aquélla primera proyección geográfica del mundo conocido hacia 1570.  

IMAGEN: Frederick Catherwood, Estela de Copán, ca. 1840

lunes, 13 de junio de 2011

LA LECTURA IMPRÁCTICA

La diputada del PRD Edith Ruiz Mendicuti, quien preside la Comisión de Cultura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, declaró la semana pasada al periódico El Universal, lo siguiente: “Cuando entré (a la Asamblea Legislativa) quería la comisión de Equidad y Género o la de Educación, porque me desenvuelvo más ahí que en Cultura. Sí leo, pero me gustan las cuestiones de política, no soy tan soñadora, no leo novelas y ese tipo de libros. Me gusta escribir y me fascina pintar y dibujar, pero pues me interesan otros temas".

No vaciló en añadir: “Yo leo cosas del narco y eso, porque uno tiene que saber de lo que pasa, lo demás... es que a mí no se me da, me han criticado mucho por eso, pero yo soy más... ¿cómo te explico?...práctica." Tan práctica queapenas el año pasado solicitó a la Secretaría de Educación Pública la prohibición del reggaetón y el “perreo” en los festivales escolares del DF.

Cabe mencionar que la diputada Ruiz Mendicuti recibe 409mil pesos mensuales por este puesto, además de los 100mil pesos al mes sólo por presidir la Comisión de Cultura.

Veo en este país a muchos funcionarios públicos orgullosos de lo que ignoran. Tomando decisiones a partir de sus propios gustos y fobias. El prejuicio hacia a lo "intelectual" o "culto" ha tergiversado su percepción de la cultura, derivándola no en un bien social, sino en un asunto de lucimiento personal y clientelismo.

El problema tal vez reside en que la lectura y las actividades culturales en general, no son consideradas como un valor, como algo positivo en nuestra sociedad. Son tildadas de inútiles, superficiales, improductivas…Comparemos sólo las cifras de lectura en otros países como España, donde el promedio por habitante es 9.6 ejemplares al año, en tanto que en México no superamos el libro y medio.

El que unas sociedades lean más que otras, depende de una compleja combinación de factores que involucra tanto el fomento institucional de la lectura como la aplicación de atinadas políticas culturales sobre la edición, distribución y costo del libro. Pero sobre todo, se relaciona con una responsabilidad social que involucra a políticos en la Comisión de Cultura y votantes en cada distrito. Es una cuestión de responsabilidad social compartida: porque la política es tan importante, que no sólo debería ser dejada en manos de los políticos.

IMAGEN: BRIAN DETTMER. New Universal, 2007. Libro alterado. 30 x 28 x 22.5 cm. 

lunes, 6 de junio de 2011

VER Y SER VISTO EN EL MUSEO SOUMAYA


La presidenta de Argentina Cristina Kirchner estuvo de visita oficial en nuestro país la semana pasada. De los eventos a los que asistió, se destaca la cena a la que fue invitada por el presidente vitalicio del Grupo Carso: el señor Carlos Slim. Dicho ágape se llevó a cabo en las instalaciones del Museo Soumaya y contó por supuesto con un recorrido previo por las exhibiciones. El periódico argentino Página/12 encabezó irónicamente la nota con el título: "La cena más rica del mundo" debido a que entre los asistentes se encontraban los principales directivos de empresas mexicanas con importantes intereses económicos en el país sudamericano, como el Grupo Bimbo, Alsea, Mabe, Metalsa, Coppel, Grupo Alfa, Grupo Salinas, Grupo Arca, FEMSA e ICA,.  

Es así que el Museo Soumaya –el cual alberga más de 66mil objetos pertenecientes a la colección del hombre más rico del mundo-, se distinguió como el escenario casi oficial del quehacer político, social y económico de un México con ambiciones económicas globales.

Por mucho tiempo,  la clase política de nuestro país agasajó a los visitantes distinguidos con cenas y eventos sociales en recintos culturales como el  Museo Nacional de Historia mejor conocido como el Castillo de Chapultepec, y el Museo Nacional de Antropología. En ambos casos, estos espacios se encuentran bajo la administración del estado, en tanto que el Museo Soumaya está en manos privadas.

La inauguración tuvo como padrinos de lujo a un presidente de la república, una leyenda de la comunicación retirada y un premio Nobel de literatura. Felipe Calderón, Larry King y Gabriel García Márquez se unen a personalidades globales del mundo pop como Bono y Shakira, quienes ya realizaron recorridos privados por el inmueble. Todos ellos expresaron su admiración por las exhibiciones y su agradecimiento al dueño.

Si en el pasado reciente los señoriales espacios del Castillo de Chapultepec, antigua residencia de emperadores, dictadores y presidentes, colmaron las fantasías de sangre azul y abolengo de los políticos mexicanos en turno; ahora el Museo Soumaya parece como el nuevo teatro del mundo, un templo cultural privado donde artistas, empresarios, socialités y políticos se dan cita a la convocatoria de su dueño. En resumen, el Museo Soumaya es el nuevo lugar para ver y ser visto.  

IMAGEN: Arturo Elías Ayub y amigo en el Museo Soumaya

lunes, 30 de mayo de 2011

PANAMÁ Y SUS DIABLOS


Un viaje astral

Toda ciudad moderna debería contar con un transporte público que fuera limpio, cómodo, eficiente y a precio justo. Autobuses con rutas establecidas, asientos para todos, choferes amables y silencio garantizado a bordo. 

Sin embargo, esto no es así en muchas de nuestras ciudades latinoamericanas.  Los citadinos nos imponemos diariamente al caos urbano gracias al homínido instinto de supervivencia y una extraña vocación al martirologio. En ocasiones, el desprendimiento astral resulta la única estrategia viable para tolerar apretones, empujones, ruidos, pestilencias y demás incomodidades sólo de cuerpo presente.

En mi reciente visita a ciudad de Panamá noté que el medio de transporte público imperante son unos vetustos autobuses escolares, reliquias de la presencia norteamericana, pintados en todos los colores del espectro, menos en el tradicional color amarillo. Para buena o mala fortuna del usuario, son el medio de transporte más querido y denostado de ese país.  

Pimp my ride

Los autobuses tradicionales de Panamá son conocidos como Diablos rojos.  Auténticos chamucos sobre ruedas, dan miedo tanto por el ingente estilo de conducir de sus choferes como por su estrambótica decoración extraída de las profundidades de quien sabe qué profundo averno del graffiti.

Motivos para decorar el autobús hay miles, sobran. Lo que ya no sobran son los artistas que con laca automotiva plasman los sueños (¿o pesadillas?) de los dueños de cada autotransporte. Hoy en día, los Diablos Rojos son una especie en peligro de extinción. Además, para tristeza de algunos defensores, el estado modernizador de Panamá demanda la desaparición de esta forma de transporte a favor de otro sistema más eficiente y claro, menos colorido.  

Aún así, los Diablos Rojos son parte esencial del paisaje urbano de Panamá. Cada autobús es un patrimonio cultural vivo que, al rodar amenazadoramente por las calles, le otorga personalidad y sentido a la vida en la ciudad y que como patrimonio inmaterial, evoca nostalgia, recuerdos y anécdotas en cada uno de sus habitantes.

Devastador

Aquí vemos la foto de Devastador,  esplendoroso en su traje de noche. Su dueño nos contó  a ritmo de reggaeton que así lo había bautizado en homenaje a una película “con muchas explosiones”  que le había gustado mucho. Y bueno, qué más podemos agregar a eso. Se imaginarán que la película ha de haber sido bastante movidita.

Abordar a Devastador fue una experiencia memorable, emocionante y sobre todo, auténtica. Una experiencia que nos hizo reflexionar sobre la importancia de la cultura popular como un patrimonio vivo y al cual se le debe incluir en las políticas de desarrollo económico y social de una comunidad. Tal vez el mejor lugar para los Diablos Rojos  no sea la calle, ni los tiraderos, sino en la dignidad de la memoria colectiva.  

Por haber hecho accesible esta experiencia, agradezco al grupo de colegas reunidos con motivo de la Conferencia Internacional de la National Association for Interpretation (Asociación Nacional para la Interpretación) acontecida en Gamboa, Panamá el pasado mes de mayo. Un fuerte abrazo a todos. 

miércoles, 27 de abril de 2011

YO APOYO A PAULA CUSI (O MEMORIAS DEL CENTRO CULTURAL/ARTE CONTEMPORÁNEO Y DE UN SEXENIO QUE SE NOS FUE IMPUNE)



La reciente detención de Paula Cusi bajo la acusación de falsear declaraciones en audiencias públicas me trajo a la mente algunos recuerdos de la época salinista: la privatización de TELMEX, la firma del TLC, el asesinato de Colosio y los frecuentes viajes de mi familia a Houston cuando el dólar costaba tres pesos. Durante gran parte de esa promisoria década de los noventa, la señora Cusi estuvo casada con el mismísimo dueño de Televisa: Emilio Azcárraga Milmo, mejor conocido por su agresividad en los negocios como El Tigre. Eran tiempos casi felices, hasta que de pronto sobrevino la debacle económica, es decir, el error de diciembre.  Para entonces el matrimonio formado por Paula Cusi y el magnate televisivo ya atravesaba su propia crisis, tan así que El Tigre encontró rápido consuelo con la que sería su cuarta y última esposa, Adriana Abascal, una flamante señorita México. A Abascal el destino le tendría reservado un brillante porvenir, primero como la viuda oficial del multimillonario Azcárraga y segundo, como la socialité casi europea que es en la actualidad.

Pero a Paula Cusi, la vida le deparaba algunos altibajos. De acuerdo al Milenio Diario en su edición del pasado día 26 de abril,  a la muerte de Emilio Azcárraga Milmo en 1997, Cusi heredó el 16.66 por ciento de su patrimonio. Parece ser que una vez que se pagaron los adeudos de la sucesión, los pasivos resultaron ser superiores a los activos. Por lo tanto, el legado no significaba la fortuna que la señora y sus abogados imaginaron. Aún así, recibió mensualmente un millón 250 mil dólares hasta completar 50 millones, más los 45 mdd por sus acciones de Televisa.  No obstante, desde el año 2007 ha mantenido un litigio contra los demás herederos y albaceas de esta vasta fortuna.

Hace un par de días alguien escribió en su Facebook: “Yo apoyo a Paula Cusi, porque como promotora cultural hizo buen uso del dinero generado por la TV”.  En esta declaración hay mucho de verdad. Resulta que cuando Cusi era la esposa y no la “ex” de El Tigre Azcárraga, dedicó su tiempo a la nada despreciable labor de  canalizar parte de la fortuna generada por la empresa Televisa hacia la realización de proyectos culturales. Haciendo un poco de historia, la recién creada Fundación Cultural Televisa fue líder en la formación de una importante colección de arte contemporáneo y la implementación de programas de becas y apoyos a la creación artística. También erigió y gestionó un nuevo museo en Polanco (el Centro Cultural/Arte Contemporáneo) y un proyecto editorial de divulgación cultural con revistas de buena presencia como la de Saber Ver.

El Centro Cultural/Arte Contemporáneo (en Campos Elíseos y Jorge Elliot) fue inaugurado en 1986. El museo se ubicaba en un inmueble que fuera erigido como Centro Internacional de Prensa durante el Campeonato Mundial de Futbol México 1986. Aquéllos que lo conocieron recordarán que era un espacio verdaderamente impresionante: cuatro pisos y 2,665 metros cuadrados. El edificio fue diseñado por los arquitectos mexicanos Sordo Madaleno y Asociados, y tras su desocupación fue demolido en 2006 para dar paso a un hotel.  

Además de exhibir de manera permanente el acervo de la Fundación Televisa, el Centro Cultural/Arte Contemporáneo llevó a cabo muchas exposiciones de gran importancia. Ahora mismo me vienen a la mente un par de éstas, cuyos catálogos casi enciclopédicos todavía son material de consulta obligado. Por ejemplo, tenemos aquél dedicado a la platería (“El arte de la platería mexicana, 500 Años”) y otro, aún no superado en calidad, sobre los exvotos mexicanos (“Dones y promesas: 500 Años de arte ofrenda”).

De las muestras a las que tuve la fortuna de asistir, recuerdo “Luz y tiempo: Colección fotográfica de Manuel Álvarez Bravo” con especial cariño. Las obras me impactaron de tal manera que en el último semestre de mi carrera decidí especializarme en la conservación de material fotográfico. Igualmente,  todavía conservo algunos apuntes de mi visita al retablo de la Virgen de los Dolores, el cual se volvió una especie de caso de estudio en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía del INAH por la controversia que había generado su procedencia, intervención y montaje.

Al tiempo que yo concluía mis estudios de licenciatura en el año de 1998, el Centro Cultural/Arte Contemporáneo cerraba sus puertas. El destino de la colección fotográfica fue durante largo rato el archivo de la Casa Lamm, en tanto que el resto de las obras fueron depositadas en las bodegas de Televisa en Santa Fe.  Era el final de una época y el inicio de otra, con nuevas fortunas y nuevos proyectos culturales como es el caso del Museo Soumaya, posible en gran parte por el capital proveniente de las empresas privatizadas durante la época de Salinas de Gortari. Como pueden ver, esto del dinero, la fortuna y la cultura son parte del eterno retorno.

IMAGEN: Paula Cusi y Emilio Azcárraga Milmo. 16 de mayo de 1993. Fuente: Periódico El Universal DF www.eluniversaldf.com.mx

jueves, 10 de febrero de 2011

BARROCOS Y ANTOJADIZOS: NOTAS SOBRE GASTRONOMÍA Y TALAVERA MEXICANAS

Pocos sospecharían que la cerámica mexicana conocida como talavera, en color azul y blanco, tan típica del estado de Puebla, tiene sus orígenes más remotos en la cerámica manufacturada en el medio oriente. [1]
            A partir del siglo X las técnicas y estilos procedentes de esas latitudes fueron introducidos a la península ibérica donde se volvió una artesanía local. Posteriormente, este tipo de cerámica estannífera -es decir, con esmaltes o vidriados en plomo y/o estaño-, llegó a la Nueva España con la conquista. En el continente americano recibió el nombre de loza o talavera, en referencia a su lugar de origen: el pueblo español Talavera de la Reina, un importante centro de producción que hasta la fecha sigue activo. Otro de los nombres comúnmente utilizados para referirse a esta manufactura tanto en México como en España fue el de mayólica, término igualmente aceptado hoy en día como genérico  para este tipo de piezas.
            De todos los pujantes centros urbanos en la Nueva España del siglo XVII fue Puebla de los Ángeles, en el corazón del virreinato, donde la cerámica  estannífera encontró las manos de los artesanos más diestros e imaginativos quienes darían a la talavera sus finas características y personalidad propia.
Los loceros poblanos combinaron con gran libertad e ingenio diseños prehispánicos, ibéricos y chinos en un estilo que después resultaría único y reconocible en el mundo entero.  Se destaca por supuesto, la decoración de inspirada en las porcelanas chinas importadas por el Galeón de Manila,  realizada en azul sobre blanco a la que posteriormente se añadieron otros colores como el amarillo, el verde, el rojo y el siena.
En mayólica se fabricaron tantos tipos de objetos como la imaginación lo permitía: tibores, platos, candiles, jarras y jarrones; así como otros utensilios que hoy en día han caído en desuso como lebrillos, bacinicas, jofainas, escupideras, orinales, mancerinas y albarelos.
Todo esto era parte del menaje superfluo y necesario en palacios, conventos y casas particulares. Sus dueños tenían en tan alta estima estos objetos, que no era extraño que solicitaran decoraciones que incorporaran el escudo de la familia o el de la congregación religiosa a la que pertenecían. Igualmente, en ocasiones se añadían leyendas como: “Soy de mi Señora (…)” o “Sirvo a mi dueño”, por sólo mencionar dos ejemplos.
Entre los utensilios destinados al ajuar doméstico encontramos unos recipientes para guardar alimentos que pueden catalogarse como confiteras. Son vasijas de mediano tamaño con asas y tapa ocasionalmente guarnecidas en plata. Como su nombre lo indica, servían para contener preferentemente golosinas, conservas, almíbares o bizcochos, los cuales hacían las delicias de la mesa virreinal.
Estas confiteras eran almacenadas preferentemente en las cocinas, dentro de despensas y alacenas. Si las piezas eran especialmente lujosas, entonces se mostraban en aparadores junto a lotes de porcelana oriental de Compañía de Indias, búcaros de barro rojo de Tonalá, objetos en fina orfebrería y cristalería de importación.
En un banquete virreinal las golosinas se podían servir en cualquier momento e incluso, varias veces al día. Al no existir la distinción moderna entre platillos dulces y salados, se presentaban a un mismo tiempo entremeses preparados con mucha azúcar, frutas almibaradas y guisos complejos que combinaban especias como canela y nuez moscada con chiles secos molidos,  embutidos y animales de caza.
Hacia 1650 hay cambios significativos en la cocina europea provenientes de la corte francesa. Años después la comida novohispana también “se moderniza”  incorporando más vegetales y frutas fresca, reduciendo su interés por la sobrecarga de especias y diferenciando los sabores dulces de los salados.[2]
De cualquier manera, hacia finales del siglo XVIII y principios del siguiente, la cocina novohispana ya tenía una personalidad propia producto del intenso mestizaje entre sabores provenientes de distintas tradiciones culinarias: la prehispánica, la europea y la oriental.
Platillos que hoy en día consumimos como el mole, la ropavieja, los buñuelos, la jericalla, el manchamanteles y el afamado chile en nogada son recetas virreinales que han llegado hasta nuestros días en versiones más actualizadas pero sin perder el espíritu barroco, mestizo y trasatlántico que les dio origen. Por éste y muchos otros motivos, la cocina mexicana recibió en el 2010 el reconocimiento por parte de la UNESCO como patrimonio inmaterial de la humanidad.
            De la misma manera que la actual cocina mexicana armoniza influencias ancestrales y sabores cosmopolitas,  la cerámica poblana es el resultado de la feliz combinación de técnicas y diseños provenientes de distintas latitudes. La tradición de la cerámica azul y blanca conocida como “talavera poblana” evoca relatos sobre el comercio ultramarino, la asimilación de influencias artísticas y la combinación de diseños locales y foráneos.  
            Por eso, qué mejor que llevar a nuestra mesa un mole negro o un chile en nogada servidos en platones de talavera creados por los artesanos contemporáneos de la señorial Puebla de Zaragoza, antes de los Ángeles.  Una manufactura que, como nuestro tequila, hoy cuenta con denominación de origen, fama y reconocimiento internacional.

Confitera
Puebla, México
Cerámica vidriada estannífera
Siglo XVIII
Museo Arocena / Fundación E. Arocena


[1] Este texto fue originalmente redactado (en una versión significativamente más corta) para el boletín informativo del Museo Arocena “Deja que te cuente mi historia” el cual puede leerse en su página web www.museoarocena.com.
La versión completa puede encontrarse en el Vol. 47 de la revista virtual “Mensajero” del Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad Iberoamericana Torreón http://sitio.lag.uia.mx/publico/seccionesuialaguna/publicaciones/mensajero/mensajero.php.

[2] SONIA CORCUERA DE MANCERA. “La embriaguez, la cocina y sus códigos morales” en Historia de la vida cotidiana en México: la ciudad barroca. Coord. Antonio Rubial García. Vol. II, p. 546

miércoles, 12 de enero de 2011

32,000 MEXICANOS DIJERON: LA CULTURA EN CIFRAS

La “Encuesta nacional de hábitos, práctica y consumo culturales, 2010” fue hecha pública por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) en diciembre pasado. Ésta es la segunda de su tipo, ya que la primera encuesta nacional data del 2005. Para la edición actualizada se realizaron 32,000 entrevistas. Además de contar con los datos relacionados a la industria y bienes culturales como cine, danza, teatro, literatura, museos, etc., también se consideraron cuestiones relacionadas al patrimonio inmaterial, los valores y la percepción de la cultura.

Fuera de cualquier suspicacia en relación a la exactitud de las cifras, no podemos obviar que la encuesta nacional será un instrumento de gran importancia para el diseño e implementación de políticas culturales públicas, entiéndanse presupuestos, programas y evaluaciones. Para los profesionales de la cultura, la encuesta es un referente obligado para la mejor comprensión de los entornos institucionales y la relación de la oferta cultural con la sociedad, la competencia y los medios.

Para no extenderse demasiado, en esta entrada sólo haré referencia a algunas cifras relacionadas al patrimonio cultural material: zonas arqueológicas, museos, artes plásticas y artes visuales. Igualmente haré un par de reflexiones acerca de los rubros sobre el tiempo libre, la percepción de la cultura y las políticas culturales.

Considerando que el consumo cultural está estrechamente relacionado con la industria del ocio, me parece muy pertinente iniciar con unos cuantos datos sobre ese tema. A la pregunta: “En un día normal entre semana, ¿usted con qué frecuencia tiene tiempo libre?” el 42% de los encuestados respondió “casi nunca”, en tanto que el 19% afirmó categóricamente que “nunca” tiene tiempo libre. Por el contrario, 27% dijo que “casi siempre” o que “siempre” (10%) disfruta del ocio.

La encuesta establece que el mexicano emplea la mayor parte de ese tiempo libre en tres actividades que suman el 43% de las menciones siendo, por orden de preferencia: descansar, ver televisión y escuchar música. Si los mexicanos contaran con más tiempo libre, a la mayoría le gustaría emplearlo en “descansar, no hacer nada” (22%) o bien, en “hacer actividades físicas o deportivas” (15%). Considerando que una mayoría abrumadora de los encuestados (el 90%) gusta de ver televisión, me arriesgo a interpretar que la actividad de ocio favorita en este país sería no-hacer-nada-viendo-futbol-en-la-tele.

Pero no todo está perdido. El mexicano sí visita zonas arqueológicas, siendo Teotihuacan el sitio más concurrido según la encuesta. Hasta un 44% ha visitado alguna vez en su vida una pirámide, ruina (sic) o templo prehispánico. Este porcentaje se reduce cuando se les cuestiona si han asistido en los últimos 12 meses (ninguna con un 55% y una vez con el 31%) pero aún así, la cifra no es nada despreciable.

El 55% de la muestra ha asistido alguna vez a un museo, aunque sólo el 26% de ésta lo hizo en los últimos 12 meses. De los recintos museísticos el que recibe más menciones es el Museo Nacional de Antropología e Historia en la ciudad de México. En cuanto a las exposiciones de artes plásticas el 86% de los encuestados nunca han asistido a una muestra de este tipo.

En relación al por qué la gente visita museos y zonas arqueológicas, la razón más mencionada fue “por entretenimiento”, seguida muy cercanamente de “la tarea escolar”. También se enlistan motivaciones como: turismo, aprendizaje y recomendación de un familiar o amigo. Una vez más, notamos que el punto fuerte de la oferta cultural es la relación estratégica entre educación y entretenimiento.

En cuanto al por qué no se consume cultura, la falta de accesibilidad tuvo la abrumadora mayoría en la encuesta. Esto se desglosa como: falta de tiempo y dinero (22% entre quienes no visitan zonas arqueológicas y 18% para los que no asisten a museos), distancia excesiva (21% en cuanto a las zonas arqueológicas se refiere) o simplemente, desconocimiento (11% en el caso de los museos). Cabe mencionar que también la falta de interés tuvo un lugar preponderante sobre todo en la inasistencia a museos (18%) y a exposiciones de artes plásticas (27%). Preocupante, si pensamos que a la siguiente pregunta: “¿Le gustaría ir a alguna exposición de fotografía, de arte multimedia, escenografía, diseño gráfico, cómics, etc.?”, el 68% de los encuestados contestó que no, que no le gustaría. Nuevamente, el desconocimiento se hace patente.

La situación se pone más desesperanzadora cuando vemos las cifras en relación a la visita de sitios históricos como edificios o monumentos públicos: el 81% estuvo seguro de no haber visitado ningún monumento histórico en los últimos 12 meses. De éstos, al 23% no le interesaría asistir nunca a ninguno. Me pregunto si las personas que así lo afirmaron, realmente comprendían el concepto de “monumento histórico” cuando fueron encuestados.

Aún así, ante este panorama bastante gris rescato el siguiente dato: al cuestionamiento “¿Qué tan interesado está por lo que pasa en la cultura o en las actividades culturales?” las respuestas fueron: “Muy interesado” (13%), “Algo interesado” (34%), “Poco interesado” (34%) y “Nada interesado” (14%). Si sumamos aquéllos que manifiestan un interés por lo cultural, por mínimo que éste sea, obtendríamos hasta un 81% de público potencial.

Aquí hay un área de oportunidad muy importante para todos los promotores culturales e instituciones educativas, desde el sector público y el privado, últimos responsables de cerrar la brecha entre la oferta y el consumidor. Situación que es tanto un reto como una responsabilidad social.

Para conocer todos los datos a detalle, recomiendo la descarga del documento completo en PDF a través del link http://www.conaculta.gob.mx/encuesta_nacional.php. De igual manera, también sugiero la consulta del “Atlas de infraestructura y patrimonio cultural de México, 2010”, complemento indispensable de la encuesta. Éste se encuentra disponible en: http://sic.conaculta.gob.mx/atlas2010/atlas2010.pdf